Charo Guerra y Georgina Herrera. Otra vez frente al espejo

Por: Lisdanys Alfonso Rivas
Foto: Fotograma del documental

Cuando arribé el pasado sábado al cine de 23 y 12 para ver el documental Charo Guerra y Georgina Herrera. Otra vez frente al espejo, una coproducción entre el Icaic y Wajiros Films, encontré a su directora Rebeca Chávez. Conversamos. Me reveló un sueño que tuvo la noche anterior. Había soñado con Georgina. Su tono transmitía preocupación, tristeza, y una conmoción espiritual por este develamiento onírico en el que sentía que Georgina le mandaba una señal.

Georgina estaba gravemente enferma con la COVID-19 en el hospital. Tenía 85 años. No pudo presentarse a la exhibición de un documental que honra su nombre y su obra.

Cuando Rebeca, efusiva, le comentó a su esposo Senel Paz que soñó con Georgina, y que Georgina vino a despedirse de ella, él le respondió que no se despedía, sino que la acompañaba para darle aliento.

En la sala, Rebeca nos invitó a compartir y a develar eso que ella descubrió y que la enriqueció, como lo fue conocer a dos creadoras decididas a contar gran parte de su vida y obra. Y casi en la irrupción del llanto, con voz quebrada, hizo el esfuerzo para dedicarle la presentación a Georgina.

El cortometraje es una evocación a la obra de dos poetas cubanas, una urgencia por contar su historia: dos mujeres que partieron de sus pueblos, su lugar de origen, paradas una frente a la otra, mirándose al espejo… Un testimonio revelador.

Fragmentos de algunas de las poesías de Charo Guerra como Holograma del trópico; Estado de ánimo; Digo, dice, decimos; y de Georgina Herrera el poema África, un homenaje a sus raíces y a la infinita gratitud por ser una mujer negra, guiaron la trama de este documental, donde Georgina expone: «Toda mi vida está en mi poesía». Y aunque 30 minutos resultan desafiantes para reflejar la vasta obra de estas mujeres, logró mantener la integridad y contundencia de dos historias de vida que se unen en un punto común: la poesía.

Al concluir el documental, muchos de los presentes se acercaban constantemente a Rebeca Chávez para agradecerle la proeza de inmortalizar la obra de estas creadoras en la intimidad de un audiovisual ameno en la plenitud de la confianza con que ambas expusieron experiencias y episodios sensibles de sus vidas.

A la poetisa y periodista de formación, Charo Guerra, también se le aproximaron personas. Charo estaba conmovida y nerviosa. Comentó sentirse privilegiada: «Me gusta que la poesía ocupe otros espacios, como el audiovisual. Fue idea de Rebeca que en lugar de leer los poemas los dijéramos. Me sentí la acompañante de Georgina, que tiene una obra inmensa y lo que yo escribo no se puede comparar con ella. Para mí es una personalidad, un patrón, ojalá lograra expresar todo lo que ella ha podido».

Rebeca Chávez esperaba volver a verse con Georgina, cultivadora de la poesía afrocubana y defensora de la mujer. Siempre le agradeció haber mantenido la bondad y el amor después de todas las circunstancias pasadas en que fue vilipendiada: una mujer negra, discriminada por su color de piel y por su literatura. Rebeca afirmó nunca haber visto rencor en ella, ni en sus palabras.

Charo Guerra y Georgina Herrera. Otra vez frente al espejo es una emotiva invitación a mirarnos por dentro en el espejo de estas grandes poetisas, valientes, claras como su propio reflejo en cada uno de nosotros. La obra es un permanente homenaje a la autenticidad femenina, algo que marca a estas dos grandes de la palabra, la que nos falta hoy al despedir a Georgina, inmensa e inolvidable.