Migración internacional, desarrollo e integración en el Gran Caribe.

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Autor: Juliette Isabel Fernández Estrada.
Artículo publicado en CD Caudales 2008, Ed. Ciencias Sociales – CIPS, ISBN 959-06-1157-5, La Habana.

Cualquier estudio o reflexión sobre el Caribe afronta un problema inicial relacionado con la delimitación de este concepto. Los criterios geográficos adquieren aquí gran peso, pero se complejizan y matizan mucho si atendemos a los aspectos culturales de dicha zona del mundo.

Algunas demarcaciones del Caribe contemplan solamente al archipiélago, es decir, todas las islas contenidas en este mar. Otras incluyen la costa atlántica de las Guyanas, y otras aún más amplias, como el concepto de “plantation América”, de Charles Wagley, asumen las economías de plantación basadas en la esclavitud como un criterio unificador del área, por lo que engloban en ella al nordeste de Brasil y el bajo sur de Estados Unidos.

El fenómeno de la esclavitud y la tardía descolonización comparada con los países del continente americano son dos factores que parecen tener cierta fuerza en las conceptualizaciones del Caribe.

En términos culturales, existen criterios según los cuales podríamos ver “varios Caribes” en el área: el hispanoparlante, el anglófono, el francófono y el flamenco, determinados por los distintos dominios coloniales. Si observamos el problema desde lo religioso, por ejemplo, las subdivisiones crecen más allá de los principales sistemas religiosos implantados por las cuatro metrópolis que actuaron en el Caribe.

Es nuestra opinión, como la de otros investigadores, que tanto geográfica como culturalmente, el Caribe como región sobrepasa la zona insular y cuenta con México y Centroamérica en sus costas al Golfo, así como las de América del Sur.

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