Lucía Labaut Peñalver, Carmen Luz López Miari.
La presente investigación parte de una necesidad y preocupación de la Facultad de Ciencias de la Educación, de la UCPEJV, de formar a sus estudiantes en determinadas competencias emocionales como apoyo a su preparación profesional y a su desarrollo personal y como colectivo de año. En esta institución se desarrolla un Proyecto de habilidades sociales para la formación de docentes, al que pertenecemos las autoras, y desde el cual se formalizó la solicitud de Educación Emocional para intervenir en el proceso docente de los estudiantes de segundo año de la carrera Pedagogía-Psicología. Los estudiantes de este grupo no se encontraban suficientemente preparados para desarrollar acciones de intervención psicopedagógica en sus prácticas preprofesionales, que estaban teniendo lugar en escuelas primarias del barrio Los Sitios. Además, como grupo presentaban dificultades emocionales, expresadas en la desunión, la falta de empatía entre ellos, los problemas en la comunicación interpersonal y en su desempeño docente. Como respuesta a esta demanda de intervención y bajo el propósito de contribuir a formar competencias emocionales necesarias para la preparación del psicopedagogo, se encaminó la investigación, a partir de la cual se propuso un Programa de Educación Emocional para dicho grupo de estudiantes. Desde esta mirada se contribuye a profundizar en la formación de competencias emocionales mediante la formación del grupo de participantes como una Comunidad de Aprendizaje, según los presupuestos del Grupo Aprendizaje para el Cambio al respecto y que están registrados en el libro, bajo el título: “La Comunidad de Aprendizaje MADIBA. Memorias de un viaje” (Rodríguez-Mena et al., 2015). A su vez, permite aprender a aprovechar los recursos y potencialidades personales y colectivas, mediante la consolidación del sentido de pertenencia a la comunidad, la identidad, la participación auténtica, la cohesión del grupo y la creación de un clima favorable para el trabajo y el desempeño durante la actividad. El carácter dinámico y flexible que caracteriza su metodología guió el proceso de trabajo en función de los emergentes y las características de los participantes, lo que constituye una fortaleza desde el punto de vista práctico.