Estrategia para el aprendizaje médico sobre violencia en Cuba

La Encuesta Nacional de Género de 2016, cuyos resultados fueron publicados en 2019, reveló que el 26,6 por ciento de las mujeres cubanas sufrió algún tipo de ataque de sus parejas y solo el 3,7 por ciento de ellas buscó ayuda.

Tomado de: www.ipscuba.net
Foto: Archivo IPS Cuba

Perfeccionar el proceso de enseñanza-aprendizaje de contenidos relacionados con la violencia durante la formación de especialistas en medicina general integral (MGI) es el objetivo de la estrategia didáctica propuesta por Víctor Tadeo Pérez en la más reciente edición de la revista Educación Médica Superior.

En su artículo, el profesor de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana resalta la necesidad de intervenir educativamente en la formación del personal que atiende a “buena parte de las personas cuyas problemáticas de salud, en especial las de naturaleza psicosocial, como la violencia, constituyen la raíz de los trastornos físicos y psicosomáticos por los cuales sus víctimas demandan atención sanitaria”.

A su juicio, “durante el proceso de especialización en MGI, tradicionalmente se utilizan estrategias didácticas carentes de diversidad, inefectivas o inadecuadas para la enseñanza de los contenidos propios de las problemáticas psicosociales, como la conducta violenta, lo cual incide de forma directa en la falta de preparación de estos profesionales en cuanto a prevención, detección precoz, evaluación e intervención ante casos de agresiones”.

Para el también especialista del Centro Comunitario de Salud Mental del municipio Playa, de La Habana, resulta esencial un enfoque bio-psico-socio-familiar de los contenidos relacionados con la conducta violenta y “que ofrezca los conocimientos técnico-profesionales, las habilidades y los valores necesarios para un adecuado desempeño” en la atención primaria de salud.

Saberes claves

Con el propósito de proveer recursos y entornos diversificados de aprendizaje acerca del comportamiento violento, Pérez realizó talleres, conferencias y seminarios en los policlínicos habaneros Ana Betancourt y Primero de Enero, en el 2020.

Durante 278 horas, la estrategia desarrollada por el autor con sus estudiantes profundizó en temas como las violencias intrafamiliar, conyugal o de pareja, de género e interpersonal, el maltrato infantil, sus implicaciones sociales y psicológicas, en la salud pública y los derechos humanos.

Además, incluyó la explicación de los procesos que dificultan la comprensión, el reconocimiento y la respuesta a la violencia de género, así como de las funciones del personal de la salud establecidas para guiar la labor de los sistemas sanitarios ante la conducta violenta.

En cuanto a la prevención de la conducta violenta se consideró la identificación temprana de principales situaciones y factores de riesgo asociados a la víctima, a la persona responsable de los malos tratos y al entorno, además de reconocer los grupos poblacionales más vulnerables, determinar las posibilidades de prevención en el ámbito doméstico y valorar la influencia de los factores protectores individuales de la salud mental.

Otro contenidos tratados fueron las señales que alertan sobre la posible desprotección o indican una sospecha razonable de violencia. En tal sentido, relacionado con el diagnóstico de la violencia intrafamiliar, se expusieron las pautas específicas de la entrevista clínica a una supuesta víctima de ese flagelo en el espacio doméstico.

Concerniente a la exploración clínica, se identificaron elementos que posibilitan diferenciar las lesiones cutáneo-mucosas accidentales de las provocadas o compatibles con situaciones abusivas. Asimismo, se abundó en las características de los síndromes que facilitan el diagnóstico y la prevención del maltrato infantil.

Aspectos de la estrategia didáctica

Para el diseño de la estrategia didáctica, Pérez tuvo en cuenta las necesidades de aprendizaje de especialistas en MGI sobre violencia, sus competencias específicas para atender a las víctimas y las teorías del aprendizaje constructivista.

El autor propone implementar la estrategia en la atención primaria de salud (policlínicos y consultorios de médicos de la familia), a tiempo parcial, con una frecuencia de cuatro horas semanales como mínimo.

Además de realizar actividades académicas colectivas, recomienda apropiarse de “los conocimientos y las habilidades inherentes al manejo integral de la violencia mediante las consultas, interconsultas, visitas de terreno, guardias médicas, visita a pacientes con ingreso en el hogar, discusión de problemas de salud, análisis de la situación de salud y seminarios de actualización”.

Pérez resalta la importancia de estrategias didácticas eficaces que permitan adquirir conocimientos y desarrollar las habilidades necesarias “para la práctica profesional de una ciencia que a menudo resulta inexacta y donde el error médico representa una causa importante de muerte y discapacidad”. (2023)