Iniciativa ciudadana pone voz a derechos de las familias cubanas

Por: Lisandra Fariñas

Personas que residen dentro y fuera de Cuba han dado su voz a un audiolibro en el cual hacen una lectura colectiva del proyecto de Ley del Código de las Familias, actualmente es sometido a consulta popular en la nación caribeña.

La iniciativa ciudadana, lanzada en redes sociales hace poco más de un mes, logró concretarse en tiempo récord y ha generado una ola de apoyo al documento legislativo y la propuesta de llevarlo a formato sonoro.

La idea, gestada por la periodista e influencer feminista Yuliet Pérez Calaña (La Yuli de Cuba) y el fotógrafo y creador audiovisual Claudio Peláez Sordo, es ya una realidad. Seis horas de audio recorren las 130 páginas y 500 artículos del proyecto de ley en la voz de 51 cubanas y cubanos de distintas profesiones, pero unidos en el empeño de sumar afectos en las familias cubanas.

El pasado 7 de febrero, en un post que recibió miles de reacciones, Yuliet PC lanzaba la convocatoria para que el texto legislativo llegase a quienes “no les gusta o no tienen tiempo de leer, no alcanzaron tabloide o no han podido descargarlo…”, escribió.

“Esto se ha ido 50 veces por encima de lo que yo imaginé. Pensé poder grabar todas las voces, tener el documento en formato sonoro, pero nunca que tanta gente se fuera a involucrar, que se sumarían personas dispuestas a ayudarnos con la visualidad, que prendería tan bien la idea de tantas cubanas y cubanos con interés en el proyecto, incluso gestionando sitios para colgar el audiolibro. Ni soñando, creí que sucedería así”, dice a SEMlac Pérez Calaña.

El laboratorio creativo fue un grupo de WhatsApp donde se concretaron los pasos a seguir y se unieron profesionales de la locución, la comunicación, médicos, activistas, músicos, actores, fotógrafos…gente diversa.

“Hicimos convocatoria abierta, podía participar cualquiera y el único requisito fue que leyeran bien, porque el formato que queríamos lo exige; pero no importaba nada más”, apunta.

Para Claudio Peláez, lo más difícil fue repartir los textos luego de la convocatoria, que encontró gran aceptación y entusiasmo. “Dividimos el documento en 51 fragmentos con toda intención, porque no queríamos un número perfecto sino uno que, como dice Yuli, sonara ganador. El 50 más uno sugiere, además, que la mayoría va a votar sí y apostamos por eso”.

Luego comenzó un seguimiento constante, para que las personas grabaran y lo hicieran lo mejor posible. “Tratamos de que fuera una lectura coloquial, allegada y que, sobre todo, resultara agradable al oído”, comenta el fotógrafo.

Tanto Yuliet como Claudio dicen haber disfrutado mucho el proceso creativo. Hubo personas que leyeron en estudios; otras, en sus casas Todo se fue compartiendo en el grupo de trabajo. El audiolibro sirvió, además, como medio para acercarse, conocerse, vivir esa diversidad que defienden con esta iniciativa.
Para el comunicador Randdy Fundora, quien no reside en Cuba, unirse al proyecto fue una manera de “estar, mantenerse conectado con lo que sucede en el país y participar”, asegura a SEMlac.

En su opinión, es una buena iniciativa no solo por crear un producto comunicativo para difundir el Código, sino por el movimiento que ha generado, quienes participan y lo promueven. “Es importante poner ese tema sobre la mesa, en el espacio público, en las redes sociales”, considera.

“Se me ocurrió que, más allá del producto sonoro, se le podían dar otros valores: Una idea acompañada por una frase, un concepto que le diera cuerpo a ese núcleo y que además tuviese solución gráfica, pensando en generar comunidad alrededor del eje central”, comenta.

A partir de varias ideas y el intercambio con el equipo del área creativa, surgió así “El Código sí suena”, eslogan bajo el cual se promociona el audiolibro y se ha convertido en una campaña más amplia a favor de la legislación.

“Desde el inicio hablamos de representar física y gráficamente varios tipos de familias, de una visualidad multicolor, llamativa, que tuviera buen rendimiento, accesible y fácil de compartir. Todo eso lo logró Kalia Maria Venereo León.

“Muy feliz de aportar algo a esta joya, fruto del entusiasmo contagioso de Yuliet y el ímpetu de todo el equipo que voluntariamente ha llevado a cabo esto tan lindo. ¡El código sí suena! Escúchenlo enterito, que cada palabra vale oro”, escribió la diseñadora en su perfil de Facebook.

La sociedad “que queremos”

“Sabemos que no todas las personas escucharán todo el audiolibro, pues son seis horas y 20 minutos que requieren tiempo y esfuerzo. Pero es una herramienta más que ponemos a su disposición”, comenta Peláez, consciente además de que la iniciativa no termina con el producto sonoro.

“Ahora debemos hacer más explícito de qué se trata cada artículo del Código, también por la manipulación de la que ha sido objeto”, apunta.

Poder indicar dentro del audio en qué minuto están los contenidos para que las personas vayan directo a algo puntual que les interese e incluso llevar parte de sus artículos a lenguaje de señas son algunas de las aspiraciones que tienen.

El proyecto ya cuenta con perfiles en las redes sociales de Telegram y Facebook, donde en solo cuatro días ya sobrepasan los 400 y 500 seguidores respectivamente. Además del audiolibro, esos espacios comparten mensajes de inclusión, respeto y diversidad, que explican y apoyan la norma legal.

La lectura colectiva también puede descargarse de plataformas como Google Drive y Mega
“El resultado habla del país que soñamos, pues hemos juntado voces de cubanos y cubanas que están en Cuba y fuera de ella, y que tienen diversas maneras de pensar, de ver el mundo, de verse a sí mismos. «El Código sí suena» es un poco el performance de la sociedad, del país que queremos y nos gusta también por eso”, añade el realizador audiovisual.

En opinión de Yuliet, esta experiencia demuestra, además, el valor de fomentar iniciativas ciudadanas, “muy necesarias al generar luchas legítimas por intereses legítimos; porque permiten lograr conciliación, entendimiento entre personas que no tienen los mismos intereses a nivel macro, pero sí logran ponerse de acuerdo y unirse en función de un objetivo común”, sostiene.

“Además, los mensajes muchas veces llegan más cuando se reciben de un igual, de ciudadano a ciudadano, que cuando llegan tal vez desde un medio de comunicación”, reflexiona.

Con ella coincide Peláez, partidario de que las iniciativas ciudadanas son esenciales en la democratización de los espacios públicos y el empoderamiento de la sociedad.

“Cada vez existen más iniciativas ciudadanas, no solo esto que estamos haciendo. Pienso en el movimiento LGTBIQ+, de animalistas o ambientalistas, que parten de ciudadanos interesados, a los que les importa la sociedad en la que viven”, señala.

Ese es el sentimiento de pertenencia que los motiva y plasman en la declaración del proyecto: “nos mueve el deseo de un país más justo e inclusivo con todos los derechos para todas las personas. Recibimos a cambio el placer de estar contribuyendo a la aprobación de un Código avanzado, justo, necesario y acorde a las realidades de las familias cubanas hoy”