Migraciones, un problema estructural

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Tomado de:  www.clacso.org

(Transcripción de la Columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO 2 de septiembre de 2020)


Vamos a abordar el tema de las migraciones que además es uno de los ejes estratégicos o de los ejes principales con los que CLACSO está trabajando en estos años. Se trata de un fenómeno obviamente preexistente a lo de la pandemia; pensemos por ejemplo la crisis migratoria que está atravesando América Latina y el Caribe de acuerdo a algunos de los datos que ha difundido el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) en las últimas semanas. Se habla de aproximadamente un aumento del 70 por ciento de los migrantes que provienen a su vez de otras ciudades de la región latinoamericana y caribeña. Y otro dato que es interesante de mencionar: los migrantes y las migrantes representan por ejemplo el 49 por ciento de las personas que habitan asentamientos informales o como lo llamemos en cada uno de nuestros países. Y ahí hacemos la conexión entre otros puntos con lo de la pandemia. Por ejemplo: ¿cómo se puede pensar en mantener el distanciamiento social o el distanciamiento físico en asentamientos irregulares? Pero además sabemos muy bien que esta población migrante es carente de muchos de los derechos básicos, como el derecho a la salud o el derecho incluso de acceso al agua potable en muchas ciudades y regiones de nuestro continente. Esto además por supuesto aumenta su riesgo de exposición a las enfermedades: si viven en asentamientos, si están hacinados, sin derecho a la salud, sin acceso al agua potable. Vayamos viendo entonces cómo se agrava esta cuestión de las migraciones en el marco de la situación actual. Además, y como dijimos en algunas de las columnas anteriores, recordemos que buena parte de los trabajadores o de la mano de obra de baja calificación son también migrantes que realizan trabajos informales. Recuerden, lo vimos hace algunas columnas: los trabajadores y trabajadoras informales no tienen seguridad social o derechos sociales. Entonces, podemos decir sin temor a equivocarnos que así como los trabajadores informales han sido de los más afectados por la crisis, en la medida en que muchos migrantes están empleados en estos trabajos informales son también de las personas más afectadas por esta crisis sanitaria. Pensemos también en las respuestas que nuestros países han dado en el marco de esta crisis sanitaria: cierre de fronteras, anuncios de deportaciones masivas y también la limitación de la atención médica en lo que se llaman los centros de detención en algunos países o los campamentos de las personas migrantes. Se han endurecido y mucho los mecanismos de control en relación a estos puntos y, además, ha aumentando algo que nos preocupa particularmente: todos los discursos vinculados al rechazo a las personas migrantes, a la xenofobia y a la discriminación hacia estas personas, desde la población en general pero también desde las autoridades que han tomado medidas en varios de nuestros países represivas, o los que ellos llaman “algunos excesos” –y hay varios ejemplos que no me voy a detener en ellos por el tiempo– de las fuerzas de seguridad que van en contra de esta población.


Hay otra faceta que me gustaría mencionar y es en lo que refiere a la cuestión económica. Sabemos que en las principales economías de origen de las remesas, es decir, aquellas economías donde se originan estas remesas –por ejemplo, el caso de Estados Unidos para México, Centroamérica y el Caribe y quizás el caso de Europa para los países de América del Sur– sabemos la situación que están enfrentando como la tasa de desocupación, menor crecimiento económico. Esto va a implicar también una menor posibilidad de envío de esas remesas en países como por ejemplo El Salvador y Honduras, donde las remesas representan un 20 por ciento del PIB, o el caso de Haití –si buscamos el más extremo en nuestra región– donde las remesas son prácticamente un tercio del producto bruto interno. Entonces, vaya si nos tenemos que preguntar por este tema de las migraciones en el contexto actual. Quizás deberíamos también incluir una breve reflexión sobre qué hacer en este marco de la emergencia sanitaria y frente al cierre de fronteras de los estados como en la mayoría de nuestros países en este momento. Uno de los primeros elementos es asegurarles los derechos sociales básicos a las personas migrantes. Es decir, no hacer esta distinción entre ciudadanos, ciudadanas y migrantes; y estoy hablando del derecho a la salud. Y que también los programas que los distintos estados están implementando incluyan como beneficiarios a quienes están en esta situación. Recordemos por ejemplo que Naciones Unidas convocó a incluir justamente a las personas migrantes y también a las personas refugiadas en estos planes integrales que se están desarrollando en los distintos países. Creo que lo que nos presenta esta situación es una excelente oportunidad para volver a reflexionar sobre el fenómeno de la migración, por supuesto a largo plazo y desde una mirada más integral. Y por eso traigo el tema hoy que estamos hablando en todas estas columnas sobre desigualdades, porque debemos trabajarlos por supuesto como una cuestión de derechos humanos, la movilidad humana como un derecho, pero también entendiendo cómo las migraciones o la interseccionalidad de las migraciones se intersectan con las otras dimensiones de la desigualdad que hemos abordado anteriormente: la de género, la dimensión del trabajo, de la salud, todas las que hemos ido trabajando. Y entender que este agravamiento que vemos en el marco de la pandemia, es en realidad un problema estructural más en el marco de las desigualdades de América Latina y el Caribe.

-Pensaba, Karina, cómo las migraciones son cuestiones de todos los días, la movilidad humana se ha transformado en algo totalmente habitual. Y obviamente pensaba también cuántos políticos y políticas utilizan a veces a los migrantes como chivo expiatorio para culpar de las cosas que suceden, de los problemas económicos; qué difícil a veces se hacen algunas discusiones cuando se ponen en juego de esa manera a los migrantes o son puestos en discusión política de esa manera…

-Absolutamente. Por eso hablábamos del fenómeno de la discriminación, la xenofobia, que surge con estas poblaciones: mirarlas como una amenaza, no se sabe bien a qué, pero una amenaza “supuestamente” a los derechos de quienes habitamos los distintos territorios. Y eso va justamente en contra de reconocer la movilidad humana como un derecho y entender los factores estructurales que están por detrás de los fenómenos migratorios. Factores estructurales que pueden ser sociales, económicos o políticos y que en nuestra región, como dije, se han incrementado y agravado en los últimos tiempos.