Tomado de: www.juventudrebelde.cu
Por: Ana María Domínguez Cruz
¿Qué entiende usted por maltrato infantil? Estoy segura de que a esta pregunta numerosas personas responderán de manera similar, identificando los golpes y los gritos como la forma más común de evidencia y, en algunos casos, no pocos mencionarán el abandono.
Sin embargo, y es una segunda interrogante, ¿cuántos identificarían otras formas de violencia como parte de la crianza de sus hijos? ¿Dirían que es disciplina, rigor, educación o reconocerían que «se les puede ir la mano»?
¿Ejerce usted la autoridad en la crianza de sus hijos? ¿Qué límites tiene? ¿Cuánto ha perdido o ganado en paciencia en esta dura etapa de la pandemia, en la que los niños y adolescentes permanecen tanto tiempo en casa?
El maltrato infantil no tiene una causa única, refieren los expertos en el tema. Responde a una etiología compleja que, en algunos casos, depende de factores como la inestabilidad económica, la disfuncionalidad de la familia, problemas de personalidad arraigados en sus miembros, entre otros.
No obstante, y aunque las formas más visibles sean las físicas, y la referida a los abusos sexuales con su impacto innegable desde el punto de vista sicológico, existe un creciente y preocupante aumento de este tipo de maltrato en lo concerniente a la interacción entre padres e hijos, sobre todo cuando los primeros quieren disciplinar a los segundos.
No existe un manual único para aprender a ser padres, pero, ciertamente, algunas prácticas frecuentes en la cotidianidad para reforzar determinados métodos educativos atentan contra la integridad del menor, desde el punto de vista no solo físico, sino también sicológico.
Más allá de la disciplina
Un primer acercamiento al tema del maltrato infantil, visto desde las pautas de educación y crianza, lo propuso —recientemente— como parte del programa de actividades de la 8va. edición de las jornadas Maternidad y Paternidad. Iguales en derechos y responsabilidades, Grisell Crespo Carro, máster en Metodología de Procesos Correctores Comunitarios.
«Las personas conocen qué es el maltrato, y lo asocian con dolor, angustias, gritos, golpes, castigos inapropiados, abusos y algunos hablan de la sobreprotección. Lo cierto es que las personas saben del tema, pero lo más difícil es visibilizar a través de métodos educativos o pautas de crianza, ejemplos de este tipo de maltrato, porque se encuentran ocultos, solapados, justificados en la corrección, la disciplina, el aprendizaje necesario.
«Ciertas distorsiones en las pautas de crianza dificultan los límites saludables de su ejercicio y ese autoritarismo y los malos tratos no potencian la autonomía o la independencia del menor. Lo preocupante es que están naturalizados porque se considera que los hijos son propiedad de los padres y todo lo que estos hagan por educarlos, con el método que sea, está permitido».
Cuando se habla de maltrato infantil, algunos mitos se derrumban ya, como aquellos referidos a que las personas que maltratan son los ajenos a la familia, o que siempre suceden estas cosas en familias disfuncionales, aclara. «Los malos tratos son un fenómeno universal. Cualquier persona, de diferente clase social, estatus económico, creencia religiosa, color de la piel, nacionalidad… puede maltratar a sus hijos».
Crespo Carro refiere que las agresiones corporales se asocian con golpes violentos, con castigos que obligan a los menores a permanecer en posiciones fijas incómodas y en aquellas que laceran sicológicamente. Es válido destacar que se refuerzan sentimientos de minusvalía y desvalorización cuando se les repiten frases como: Tú no puedes hacer esto; deja, tú no sabes; todo lo haces mal, fíjate en tu hermano que sí sabe… entre otras.
«La ausencia de muestras de sentimiento paternal, no tocar, no proteger o no mostrar cariño, son ejemplos también de malos tratos y no son reconocidos muchas veces. Peligrosas son las desatenciones y pocos cuidados que provocan accidentes en el hogar, tales como quemaduras, intoxicaciones, dientes rotos, caídas…».
—¿Qué hacer entonces? ¿Cómo los padres pueden aprender a diferenciar lo que es crianza saludable y aquello que, lejos de disciplinar, incide negativamente en el menor?
—Evitar que ocurran estas manifestaciones depende del aprendizaje de métodos educativos y pautas de crianza sanas. Surgen nuevas formas de relacionarnos en estos tiempos y es necesario estimular que estas sean basadas en una cultura de paz, a partir del derecho a vivir en armonía, teniendo como base el respeto de todos los derechos.
«Al menor hay que creerle, reconocerle, agradecerle, protegerle de manera tal que no se repita el hecho negativo en cuestión, quitarle las culpas, y si todo se quiere resolver “a la tremenda” entonces será hora de buscar ayuda profesional».
La experta refiere que los padres pueden acudir al departamento de Salud Mental de su área de salud, a la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia, a la Fiscalía e, incluso, a las redes de apoyo social creadas en cada consejo popular».
El tema genera siempre debates ricos porque cada experiencia es única, acota la especialista. El grupo de Telegram @maypa_encasa ha sido una alternativa en tiempos de pandemia para compartir vivencias, conocimientos y orientaciones. «Esta es una época difícil y las circunstancias no siempre son afrontadas de la misma manera por todas las personas. Nos toca aprender a todos, pero siempre pensando en el bienestar del otro».
Derechos para los pequeños
El 20 de noviembre de 1989 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por 193 Estados. En Cuba entró en vigor el 20 de septiembre de 1991, cuando su texto íntegro se publicó en la Gaceta Oficial con una declaración firmada por el Presidente del Consejo de Estado.
A la par de otras acciones, en el país se desarrolla el Proyecto de Divulgación de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia, que integra los esfuerzos de numerosas instituciones gubernamentales y organizaciones sociales a favor del fortalecimiento de una cultura jurídica en la población al respecto.
La Carta Magna en Cuba expone el deseo del Estado cubano y su pueblo de defender y garantizar una vida sana y plena para los niños, niñas y adolescentes. En el artículo 86, por ejemplo, plantea que «son considerados plenos sujetos de derechos y gozan de aquellos reconocidos en esta Constitución, además de los propios de su especial condición de persona en desarrollo. Son protegidos contra todo tipo de violencia». Similar protección se ofrece en el Anteproyecto del Código de las Familias, recientemente publicado.