La comunidad científica del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, con una trayectoria de servicio público y desarrollo de investigaciones sociales desde el pensamiento crítico por ya casi cuatro décadas, entiende su deber pronunciarse ante las recientes provocaciones ocurridas frente al Ministerio de Cultura.
Denunciamos la intención de construir una matriz de opinión internacional que justifique la agresión sistemática y el bloqueo que sufre el país. Se replican aquí modelos de actuación ya empleados en otros contextos para desestabilizar sistemas políticos que no son aprobados por Washington.
Resulta que quienes abogan ante las cámaras por un diálogo, a la vez se rehúsan a participar y boicotean las propuestas de intercambio.
Desconocen cualquier acción de diálogo acordada y ejecutada entre el Ministerio de Cultura y los artistas. Es obvio que no existe un interés real de dialogar, y sí de crear situaciones de tensión, confusión y desestabilización.
En cada acción aparecen sospechosamente los representantes de la embajada de Estados Unidos a expresar su preocupación. Acto hipócrita del imperio que aún en medio de la pandemia, se empeña en impedir que lleguen ayudas humanitarias al pueblo de Cuba.
Es significativo el rol de los llamados medios independientes. Cuba ha denunciado quiénes son y cuáles son sus fuentes de financiamiento. Es necesario desenmascarar al mercenarismo mediático, productor de fake news, que vende realidad virtual distorsionada. Estudiemos sus silencios ante bloqueos genocidas y todo tipo de agresión contra los pueblos.
Claro que hay artistas con interés de dialogar con las instituciones, con muchas insatisfacciones, pero también con propuestas inteligentes y creativas que deben ser mejor consideradas. Exigir atención de las instituciones es un acto legítimo y un derecho ciudadano. Acceder a ese diálogo es deber inexcusable de las instituciones públicas. Debe ser éste un principio del proyecto emancipatorio, una expresión de las formas diversas de ejercicio del poder por parte de la ciudadanía, y de la vocación de servicio de las instituciones del Estado. Ciertamente, en este camino hay mucho aún por hacer y es parte del debate nacional actual.
La comunidad científica del CIPS no se siente satisfecha solo con realizar este pronunciamiento. Aspira a integrarse al diálogo y contribuir a enfrentar los retos que esta nueva situación supone. Considera su deber aportar desde sus saberes y el desarrollo de un pensamiento crítico, avalados por una producción científica sostenida por casi cuatro décadas.
Precisamente en uno de los diálogos promovidos por la UNEAC entre el Ministerio de Cultura y los artistas -a raíz de los hechos del 27 de noviembre- un reconocido músico cubano abogó por una mayor participación de las ciencias sociales en las políticas culturales y en el desarrollo social del país. El CIPS, como parte de la comunidad científica y de una intelectualidad orgánica comprometida con el proceso de descolonización y emancipación social a escala nacional, regional y global, se dispone a sostener una postura activa desde la reflexión conceptual sobre derechos, democracia, participación, políticas públicas y la experticia práctica para el diálogo intergeneracional, la concertación y la mediación de conflictos.