por: Ventura de Jesús García Gutiérrez
Tomado de: www.granma.cu
Casi un año cerradas llevan las escuelas de más de 168 millones de niños del mundo debido a las estrictas cuarentenas impuestas por la COVID-19.
Datos publicados en marzo por la Unicef, revelan también que unos 214 millones de niños del mundo (uno de cada siete) han perdido más de tres cuartas partes de la educación presencial.
El informe Análisis del cierre de las escuelas pone de relieve que 14 países del mundo permanecieron cerrados, en gran medida, desde marzo de 2020 hasta febrero de 2021. Dos terceras partes de esos países se encuentran en América Latina y el Caribe, y casi 98 millones de niños en edad de asistir a la escuela resultaron afectados.
En este contexto sanitario, prolongado y agobiante, auxiliar el proceso educativo en casa es una tarea difícil. Pero, por lo visto, no hay más opciones: dar continuidad al proceso formativo se ha convertido en una prioridad global, desafío que impacta en millones de niños y jóvenes, y plantea un serio reto a la familia.
EL CASO CUBANO
En Cuba, en estas adversas circunstancias, los padres son responsables de asegurar la presencia de los hijos delante del televisor para visualizar las actividades docentes por medio de teleclases, algo más asequible, al parecer, en el trabajo con niños en edad primaria.
Orquídea Rosales, maestra matancera con casi medio siglo impartiendo clases en la enseñanza primaria, valora como «efectiva» la visita a las casas, observando las medidas contra la COVID-19, para comprobar si se ven las teleclases, si se graban y si se realizan los ejercicios orientados. Precisa el énfasis en aquellos alumnos con mayores dificultades.
Padres con hijos en otros niveles de enseñanza comentan que acompañar el proceso educativo desde la casa puede resultar más difícil, pues los adolescentes no siempre ven las teleclases.
Las familias se preguntan qué no están haciendo bien, porque también impacta la falta de paciencia de algunos padres, o su ausencia de la casa en el horario en que transmiten las actividades docentes. No es nada sencillo, suelen comentar.
En el decir de algunos padres, no pocos niños entienden este tiempo en casa como un periodo vacacional y cada intento por establecer una rutina y no se pierdan la teleclase, fracasa.
Dicen que revisar las libretas al llegar del trabajo puede ser una presión demasiado grande. Algunos sienten que están perdiendo el tiempo. Otros, por el contrario, se esfuerzan al máximo para ayudar al niño y admiten que se gradúan una vez más, sin descuidar las obligaciones laborales.
CONSEJOS DE LA UNICEF Y LA ONU PARA LOS PADRES
La Unicef reconoce que la enfermedad ha alterado la vida familiar con el cierre de escuelas, trabajo remoto, distanciamiento físico: es mucho para todos, pero especialmente para los padres, admite.
En esa dirección, ofrece un conjunto de consejos útiles para ayudar a manejar esta situación.
1. Conversar con los niños sobre la pandemia.
2. Dedicarles más tiempo.
3. Tratar de mantener el ánimo positivo. No transmitir histeria ni angustia. Controlar el estrés.
4. Organizar rutinas y horarios.
5. Imponerse objetivos modestos. Determinar con los maestros si el programa de aprendizaje a distancia debe centrarse en la enseñanza de nuevos conocimientos, o en reforzar los ya adquiridos.
6. Disponer de un lugar de estudio específico y establecer descansos periódicos.
7. No descartar el juego como forma de aprendizaje.
8. Evitar los ruidos y distracciones en casa.
9. Estimular la lectura.
10. Garantizar el acceso a los programas de aprendizaje, aunque no se disponga de implementos digitales.
11. Crear vínculos —telefónicos, digitales, etc… — con las escuelas, los docentes, otros padres y otros alumnos
En caso de un mal comportamiento…
· Cuando empiecen a inquietarse, puedes distraerlos con algo interesante o divertido.
· Haz una pausa de segundos. Inhala y exhala lentamente cinco veces. Luego trata de responder de una manera más tranquila.
· Elogio por hacer algo bueno, y rutinas constantes reducirán el mal comportamiento.
· Usa consecuencias. Las consecuencias ayudan a enseñar a nuestros hijos sobre la responsabilidad de lo que hacen. También permiten una disciplina controlada.
· Una vez que la consecuencia haya terminado, da a tu hijo una oportunidad de hacer algo bueno y felicítalo por ello.