Tomado de: www.ipscuba.net
por: Luis Brizuela
Foto: Jorge Luis Baños/ IPS
La llegada del planeta a 8000 millones de habitantes encuentra a Cuba con un escenario demográfico en el cual la baja fecundidad, el incremento de la emigración y una población que envejece aceleradamente, entre otros factores, plantean desafíos al desarrollo nacional.
Desde hace un lustro la cifra de residentes en este país insular del Caribe ha decrecido hasta los 11 113 215 habitantes contabilizados al finalizar 2021, indican datos de la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei).
El año pasado, por primera vez en casi seis décadas, se registraron aquí menos de 100 000 nacimientos (99 096) y la mayor cifra de muertes (167 645).
La tasa de natalidad resultó la más baja en igual periodo, 8,9 por cada 1000 habitantes, mientras que el índice global de fecundidad (hijos por mujer) descendió a 1,45. Tales indicadores estuvieron matizados por el impacto de la covid.
Investigaciones reconocen que desde 1978 el país no alcanza los 2,1 nacimientos promedio por mujer necesarios para garantizar el reemplazo generacional.
En las bajas tasas de fecundidad influyen los servicios de educación universal y gratuita que elevaron la instrucción social, políticas públicas favorables al empoderamiento y empleo femenino, y estrategias de planificación familiar que llevan a las mujeres a posponer la maternidad hasta completar sus proyectos profesionales.
Incide asimismo el derecho aquí desde hace más de medio siglo al aborto voluntario y gratuito en instituciones hospitalarias, junto con el acceso a métodos anticonceptivos modernos, a partir de la aplicación de un enfoque de género en salud.
Parejas o mujeres solteras se enfrentan además al dilema de procrear o no ante la crisis económica interna y el desabastecimiento de productos esenciales, incluidos alimentos y medicinas.
El fortalecimiento del embargo estadounidense, la pandemia de covid y la inflación han deteriorado aún más la economía doméstica en los últimos tres años, situación en la cual confluyen errores en la aplicación de políticas y dilaciones de necesarias reformas económicas.
“Se dice que las cubanas no quieren parir. No es que no queramos ser madres, es que las condiciones materiales para la crianza son prohibitivas. Tengo 30 años y no he podido salir de casa de mis padres y tener hogar propio, ni un salario suficiente para sostener una maternidad”, confesó a IPS la profesora Elena Ramírez, residente en La Habana.
Al déficit de unas 863 000 viviendas, se suman la escasa oferta de materiales de construcción y elevados precios. Miembros de distintas generaciones de no pocas familias conviven con sus parejas y descendientes bajo un mismo techo ante la imposibilidad de comprar o reparar una casa o apartamento con sus salarios.
Emigración en alza
Karina Suárez contó a IPS que emigró en 2016, “porque además de ayudar a mis padres económicamente, quería tener mi hijo y desarrollar un proyecto de vida sin tantas privaciones”.
Esta informática de 36 años es vendedora en una tienda de ropa en la ciudad española de Barcelona, donde vive con su esposo y un hijo de tres años.
El aumento de la emigración desde Cuba se aceleró en el último año. Solo a Estados Unidos, donde se asienta la mayor comunidad de migrantes cubanos, arribaron de forma irregular de octubre de 2021 a septiembre último más de 224 000 personas, 2 % de la población.
Sin cifras disponibles sobre las llegadas de cubanos a otras naciones para asentarse, el éxodo total en el periodo podría equivaler a 5 % de los 4,7 millones de personas que conforman la población económicamente activa en la isla.
Ya en enero de 2019 la Encuesta Nacional de Migraciones, realizada en 2016-2017, mostraba que tenían de 15 a 49 años 75 % de las personas que fijaban residencia temporal en el exterior, y 88 % de quienes lo hacían de manera permanente.
La pesquisa reveló que 85 % de las personas menores de 40 años y 80 % de aquellas con 40 años o más poseían nivel educacional medio o superior, mientras que casi dos tercios (64 %) tenía empleo antes de viajar.
“Me preocupa que tantos jóvenes se sigan yendo, porque cada día somos más un país de viejos”, señaló a IPS el ingeniero civil Julián Álvarez, de 61 años y residente en la central ciudad de Santa Clara, con dos de sus tres hijos en otros países.
A juicio de Álvarez, “el gobierno tiene que acabar de hacer las reformas necesarias, flexibilizar más las condiciones para que inversionistas extranjeros, y también cubanos, pongan capitales en la agricultura e industrias, y aumentar los salarios, si queremos que la situación económica cambie y muchos jóvenes que hoy se van sientan que pueden tener un futuro acá”.
Resiliencia demográfica
El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas proyectó para este martes 15 de noviembre la llegada al mundo del habitante 8000 millones.
A propósito de la fecha, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) exhortó a los gobiernos a prever y comprender el modo en que cambia su población para concretar las aspiraciones de la Agenda 2030 de la ONU sobre desarrollo sostenible.
Asimismo, llamó a proporcionar respuestas singulares basadas en datos que ayuden a mitigar los efectos potencialmente negativos y aprovechar plenamente las oportunidades de las dinámicas poblacionales.
Para concretar esa resiliencia demográfica, la Oficina en Cuba de Unfpa ltrabaja desde 1974 con el gobierno y contrapartes nacionales, y en la actualidad implementa el noveno ciclo de cooperación a través del Programa de País 2020-2024.
Dicho programa focaliza temas clave como el acceso seguro a métodos anticonceptivos modernos y variados, la prevención de los embarazos no intencionados y la fecundidad en la adolescencia, la educación integral de la sexualidad, así como la promoción del reconocimiento de la corresponsabilidad en el trabajo de cuidados, desde los enfoques de género, interseccional y de derechos.
Más ciencia social para el envejecimiento
Los cuidados adquieren cada vez mayor importancia para una nación del Sur en desarrollo como Cuba, con algunos indicadores demográficos similares a los de países industrializados, como una baja mortalidad infantil, esperanza de vida superior a 78 años -más de 80 años en las mujeres- y 77 % de la población en zonas urbanas.
Al cierre de 2021 el país registró 21,6 % de su población con 60 años o más, mientras se estima en unas 221 000 las personas de esas edades viven solas.
Para 2025 se pronostica que uno de cada cuatro residentes en la isla será un adulto mayor, proporción que se elevará a un tercio una década después, con significativos impactos económicos, sociales y de salud.
“No existe una fórmula mágica para revertir el envejecimiento demográfico –entendido como la proporción de personas de 60 años o más, con respecto al resto de la población-”, razonó al conversar con IPS la investigadora Geidy Hernández.
Para la especialista del Grupo de Estudios sobre Familias del estatal Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), con sede en La Habana, se trata de un fenómeno asociado a que las personas viven más y debe atenderse “con un mayor protagonismo de las Ciencias Sociales en la toma de decisiones”.
Según Hernández, para cualquier acción o política pública es importante “conocer la realidad asociada a las personas, sus individualidades, tocar con la mano los espacios donde conviven, sentir y presenciar sus contextos”.
Recordó que quienes optan por desarrollar sus proyectos de vida en Cuba, “se enfrentan a factores económicos, sociales y motivacionales que influyen en la reproducción familiar”, y que además de una casa con condiciones básicas, acceso a alimentos, seguridad, protección, también es necesario brindar “herramientas sociales que les permitan desarrollarse en un contexto diverso”.
Desafíos
Especialistas insisten en la necesidad de impulsar en Cuba un sistema integral de cuidados, en el cual se imbriquen entidades estatales y actores de la sociedad civil, además de aumentar el número de hogares de ancianos y casas de abuelos que favorezcan la atención de salud, psicológica y calidad de vida.
Abogan por la formación de más personal de enfermería, de la medicina y asistentes especializados en geriatría, ante los retos que plantean la demencia y discapacidades.
Si bien el gobierno elevó la atención a la dinámica demográfica desde 2006, los expertos llaman la atención sobre las políticas de empleo, pues en años venideros aumentará la cantidad de personas que salgan de la edad laboral en comparación con quienes entren.
A fines de 2008 una ley elevó la edad de jubilación de 60 a 65 años para los hombres y de 55 a 60 años, en el caso de las mujeres.
Otras decisiones estuvieron relacionadas con el financiamiento de los gastos de seguridad social mediante los impuestos, readecuación de los cálculos para las pensiones y flexibilización de procedimientos para la reincorporación de jubilados al trabajo.
Las recomendaciones proponen mayores esfuerzos para cerrar brechas en la fecundidad y el embarazo en la adolescencia, las uniones tempranas y las necesidades insatisfechas de planificación familiar.
Asimismo, se reitera la urgencia de incorporar las dinámicas demográficas al desarrollo de los territorios, prestar más atención a grupos en condiciones de vulnerabilidad y ampliar las investigaciones sobre ingresos y pobreza.