Tomado de: www.redsemlac-cuba.net
Brechas en las pautas de crianza y determinados estilos de relacionamiento y comunicación con niños, niñas y adolescentes abren la puerta a fenómenos como el maltrato y las agresiones en las redes sociales, coincidieron especialistas en el debate desarrollado el pasado 13 de abril en el grupo de Telegram Familia y sexualidad.
Según valoraciones realizadas por expertos del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), a partir de la reciente edición de las Jornadas maternidad y paternidad responsables, iguales en derechos y responsabilidades, los talleres con púberes permitieron identificar indicadores de violencia y maltrato infantil, entre otros elementos.
Arahazay Lami Hormaza, especialista de trabajo comunitario del Cenesex, explicó que particularmente las indagaciones realizadas en una comunidad del municipio habanero de Diez de Octubre reflejaron que, luego de dos años de pandemia de covid-19, la violencia se ha incrementado.
“Los niños hablan de agresiones de diferentes tipos y señalan las redes sociales como un espacio donde se ejerce violencia”, precisó y añadió que también se evidenció la existencia de desconfianza en los adultos primordiales, un marcado temor a no ser escuchados y a que no se les crea si cuentan que están siendo víctimas de abuso.
Para Carla Padrón Suárez, especialista de la institución, resulta interesante ver cómo la violencia que se ejerce a través de las redes sociales es el traslado al ámbito virtual de lo que sucede en el entorno físico.
Refirió que, en consulta, reciben a niños, niñas y adolescentes que se han sometido durante mucho tiempo a distintas agresiones y lo han mantenido en silencio, por el temor a que el asunto sea descubierto y terminen siendo culpabilizados e incomprendidos por sus padres.
Abordó también la dependencia de los dispositivos móviles que muestran algunos niños y adolescentes. Más allá del fenómeno de la adicción a las pantallas, descrito por las neurociencias, con la liberación de hormonas vinculadas con las adicciones y la gratificación instantánea; esta dependencia apunta a una búsqueda en los espacios digitales de los afectos que no encuentran en su vida cotidiana, dijo.
Las redes sociales vienen a ser un sustituto de ese adulto con el que no se pueden comunicar, comentó Padrón Suárez, por lo que se aferran a vínculos más superficiales, en los cuales se sienten más conectados y atendidos, aunque no sean reales.
“Las vivencias de soledad y abandono nos hacen aferrarnos a cualquier mecanismo que nos haga sentir involucrados y parte de algo mayor”, sostuvo.
Por su parte, Ana María Cano López, igualmente experta del Cenesex, llamó la atención sobre la frecuencia con que los infantes que tienen muchas carencias afectivas se convierten en víctimas de violencia. “Los agresores identifican a niños y niñas vulnerables y ejercen su poder, los manipulan, engañan, amenazan y hasta los chantajean hasta conseguir su objetivo”, acotó.
Precisamente, la ausencia en algunos casos de una vinculación emocional positiva con las personas a quienes se ama fue otro de los aspectos que emergieron de las actividades con adolescentes efectuadas durante las jornadas.
Lami Hormaza explicó que varios niños hablaron de rechazo, por parte de los adultos, con frases como “yo no quería tenerte, pero no me pude interrumpir el embarazo», cuestión que lacera su bienestar emocional y psicológico. Asimismo, comentaron situaciones de mal manejo de los divorcios, donde quedan atrapados en una suerte de lucha de contrarios.
“Los vínculos de apego que se generan con las figuras parentales son posteriormente los vínculos y estilos de apego que se generan con otras personas”, acotó Padrón Suárez, quien alertó que, si esta forma de apego es insegura, lo más probable es que las y los menores mantengan relaciones de inseguridad con otras personas y consigo mismos.
Además, si las y los adolescentes se sienten rechazados por sus padres, eso les hace sentir que no son merecedores de amor, lo cual tiene un “efecto emocional brutal en todas las dimensiones y esferas de la vida”, precisó.
La existencia de acoso asociado al racismo, la homofobia y las desigualdades sociales fue otras expresiones de violencia que pusieron sobre la mesa las jornadas.
“Seguimos reproduciendo y transmitiendo a otras generaciones los estereotipos, prejuicios y formas de actuación poco inclusivas, que van en detrimento del respeto, de los derechos de todas las personas y de la convivencia en armonía”, dijo Lami Hormaza.
De igual forma, resultó alarmante la alusión al consumo de drogas, alcohol y pornografía en niños y niñas de 12 años, información que además de surgir en los talleres de la comunidad seleccionada, ha llegado al Cenesex por otras vías, advirtió.
“Todas esas conductas son una canalización para enajenarse de la realidad”, consideró Carla Padrón Suárez, “son vías de escape fáciles para evadir emociones y sentimientos desagradables. Estar expuestos al maltrato infantil y la violencia intrafamiliar genera un gran vacío y mucho dolor; todo esto conduce a comportamientos destructivos a mediano y largo plazo”, agregó.
En tanto, Lemi Hormaza significó que, ante manifestaciones de maltrato infantil, las y los adolescentes muestran tendencia a la depresión y al suicidio.
Padrón Suárez destacó que, en ocasiones, los padres catalogan las conductas rebeldes como malcriadeces; sin entender que no existen niños malos, sino niños enojados y tristes, que van a buscar mecanismos de cualquier tipo para ser escuchados y atendidos.
La especialista abordó la necesidad de escuchar a las y los menores y a reconocerles como sujetos de derecho, algo que según sus propias investigaciones no siempre ocurre, pues un porcentaje importante de los padres consultados en sus estudios desconocía totalmente la existencia de la convención internacional sobre los derechos del niño, e incluso se cuestionaban la pertinencia de estos derechos.
El aprendizaje de estas jornadas nos indica que debemos poner la mirada en las pautas de crianza, en los límites saludables, en la comunicación, sostuvo Lemi Hormaza.
Todas estas cuestiones se relacionan con la responsabilidad parental en función del bienestar de niñas y niños, agregó. Un aspecto que, junto a la autonomía, los límites y el ejercicio de la autoridad saludables fue objeto de trabajo en esta y otras ediciones de las Jornadas.
Las expertas del Cenesex coincidieron en que falta mucho por hacer, sobre todo en las comunidades, para deconstruir todas las viejas y disfuncionales concepciones que solo distancian a las personas. Los espacios de las Jornadas son propicios para reflexionar y eliminar estos prejuicios y estereotipos, aseguraron.