Estudio cubano alerta sobre consumo de drogas en adolescencia

En la adolescencia existe pobre percepción de riesgo del daño, de las secuelas neurológicas y la muerte por consumo de sustancias legales e ilegales, aseguran especialistas.

Tomado de: www.ipscuba.net
FotoArchivo IPS Cuba

Especialistas advierten sobre el incremento del consumo de sustancias con fines no terapéuticos en adolescentes, la mayoría del sexo masculino y residentes en La Habana, en un reciente artículo publicado en la Revista Cubana de Pediatría.

“Esta realidad se materializa en la tendencia actual y en los indicadores de consumo, hospitalización, emergencias, mortalidad y costos de salud”, afirman en la reseña del estudio descriptivo de 41 adolescentes, de 12 a 18 años, atendidos en el Hospital Pediátrico Juan Manuel Márquez durante 2019 por uso de psicofármacos y otros medicamentos.

Esa institución pediátrica, la única del país con un servicio de urgencias psiquiátricas activa las 24 horas y otro de hospitalización de salud mental para las provincias La Habana, Mayabeque y Artemisa, brindó asistencia médica ese año a pacientes de los municipios Boyeros y Marianao, de la capital cubana.

“Muchos factores influyen, con mayor o menor vulnerabilidad, en la habituación y el uso indiscriminado o compulsivo de una droga. El abuso de fármacos depresores y estimulantes, además de su acción adictiva, puede conducir a varios efectos adversos para la salud, más allá de la adicción”, resalta el texto.

A juicio del grupo de autores, el aumento de la incidencia del consumo de drogas se refleja en el incremento del número de ingresos para tratamientos de desintoxicación, el mayor número de visitas a las salas de emergencia y el aumento de muertes por sobredosis.

“En Cuba existe esta grave realidad. Algunas investigaciones realizadas sobre consumo de sustancias psicoactivas arrojan tasas de prevalencia entre 9,0 y 12,7 %, e iniciación media a los 12 años de edad”, señalan.

Datos reveladores

Los resultados de la investigación realizada en el Hospital Pediátrico Juan Manuel Márquez revelan que, en el rango etario de 15 y 18 años, 33 pacientes (80,5 %) consumían fármacos con fines no terapéuticos, aunque en el grupo de 12 a 14 años la cifra alcanzó el 19,5 %. El 87,8 % pertenecía al sexo masculino.

También refiere el citado artículo que 22 (53,6 %) eran estudiantes (la mayoría de secundaria básica), 19 no estudiaban ni trabajaban y un adolescente estaba en reclusión penal. El 95,1 % residía en La Habana, donde hubo cifras mayores de casos (siete, respectivamente) en los municipios Boyeros y Marianao.

En el 58,5 % del grupo de adolescentes se encontró algún familiar con antecedentes de consumo de sustancias como cigarro/tabaco y alcohol. Además, antes de iniciar el estudio, el 82,9 % consumía sustancias juntas o separadas.

Los psicofármacos más empleados fueron carbamazepina, benzodiacepinas y tramadol; en menor medida, difenhidramina, parkinsonil, metilfenidato o anfetaminas, dimenhidrinato, amitriptilina y clorpromacina.

El 53,7 % compró los fármacos en la calle y los consumieron sobre todo en las fiestas de forma habitual, también en la propia casa, en viviendas de amistades, en la calle o lugares públicos y, “aunque fue excepcional, ocurrió consumo en la escuela”, plantea el artículo.

Entre los motivos de hospitalización se mencionan los signos de intoxicación, de abstinencia y la complejidad del cuadro clínico, a veces con requerimiento de cuidados intensivos.

Destacan especialistas que el patrón de consumo de fármacos reflejó un interés recreativo y que una parte del grupo estudiado llegó a la dependencia influenciada por el policonsumo, la historia familiar, la edad de inicio, el tiempo y los antecedentes de consumo, la motivación y la desvinculación del estudio y el trabajo.

Alertas para la acción

Se llama la atención en el texto sobre “casos nuevos incorporados al consumo, independientemente del motivo, y se suma la existencia de consumidores desvinculados del estudio-trabajo, que demandan, más allá de la atención de las autoridades sanitarias”, considerarlos un problema social a tratar.

De igual modo, se reconoce que existe en la adolescencia “pobre percepción de riesgo del daño, de las secuelas neurológicas y la muerte por consumo de sustancias legales e ilegales”.

Especialistas indican en el texto que durante los últimos años ocurrió “una transformación importante de la diversión debido a la incorporación de hábitos de consumo y la asociación de la vida recreativa con el consumo de drogas, lo que incrementó la probabilidad de aparición de policonsumo recreativo y, unido a ello, surgieron las conductas de riesgo”.

En tal sentido, recomiendan “reforzar las acciones, desde un enfoque multi- y transdisciplinar, para la prevención del consumo de drogas, en cualquiera de sus variantes, así como crear y desarrollar programas de intervención ajustables a la realidad de las y los adolescentes”. (2023)