Tomado de: www.ipscuba.net
Foto: Archivo IPS Cuba
Sobre la relevancia de considerar la complejidad de los procesos de precarización de la vida cotidiana, la gravedad de las situaciones de los grupos en desventaja y los riesgos que conducen a la agudización de las brechas sociales alertó la estudiosa cubana Mayra Espina, durante un encuentro en Cárdenas.
En su conferencia “Cuba 2023: crisis y desigualdades en expansión”, en el Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo (CCRD) de esa ciudad de la occidental provincia de Matanzas, Espina analizó el impacto de la covid-19, la política de Estados Unidos hacia Cuba, la profunda crisis económica, los accidentes, los eventos naturales y la hiperinflación.
A su vez, centró la mirada en la crisis social, caracterizada por el deterioro y la pérdida de la capacidad de amparo de los servicios públicos (alimentación subvencionada, salud y medicamentos) y del poder adquisitivo, la migración masiva, la caída de indicadores de salud (mortalidad infantil y esperanza de vida) que generan malestar social.
Espina se refirió a los diferentes segmentos poblacionales que, según ingresos y satisfacción de necesidades, altos (para la media nacional), con autonomía respecto a políticas públicas, elevado consumo, aspiraciones, capacidad de ahorro y previsión de riesgos.
En el caso de los grupos en situación de pobreza, la experta aclaró que no se dispone de datos públicos oficiales, pero se caracterizan por una alta vulnerabilidad, muy alta dependencia de la esfera pública y muy baja autonomía de decisión de satisfactores.
Respecto a la población en situación de pobreza multidimensional, unas 50 000 personas según el último informe voluntario de Cuba sobre avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) –cifra infracalculada para Espina–, la estudiosa resaltó la altísima vulnerabilidad y la nula autonomía de elección de satisfactores.
Estimados no oficiales poscovid, apuntó, ubican entre un 35 y 40 por ciento a las personas en camino a la vulnerabilidad, concentradas en familias numerosas, con ancianos y niños, monoparentales y con mujeres jefas de hogar y que no trabajan establemente, personas adultas mayores que viven solas y sin apoyo de otros parientes.
También clasifican en ese espectro pensionados, trabajadores del sector estatal con baja remuneración, personas que no trabajan por discapacidad o ausencia de condiciones diversas para hacerlo, donde se evidencia una sobrerrepresentación de negros y mestizos, reproducción generacional y territorial de las desventajas.
Políticas, pero…
Espina indicó que si bien hoy existen políticas públicas hacia grupos en desventaja, con enfoque universal, sensible a la diversidad y con herramientas afirmativas (programas para el avance de la mujer, contra la discriminación y el racismo, desarrollo territorial, transformación de barrios vulnerables), estas no pueden ser aprovechadas por todos.
A su juicio, estas medidas operan con diagnósticos por debajo de la realidad: no utilizan enfoque de pobreza de ingresos y necesidades básicas insatisfechas, sino solo aquellos catalogados dentro de la pobreza multidimensional.
Por otra parte, destacó, conservan enfoques de baja potencia de cambio, con débil consideración del carácter estructural de las desigualdades y las exclusiones (y de las acciones de cambio), pocas herramientas afirmativas, débiles mecanismos participativos y de acciones autotransformativas y mayor preocupación por la riqueza y su regulación.
Para la especialista sería necesario mapear con realismo las situaciones de desventaja socioeconómica (informalidad laboral, brecha urbano-rural, precariedad del hábitat) y acciones afirmativas integrales a fin de mejorar la situación de los más pobres en ejes como trabajo digno e ingresos, vivienda y hábitat, educación, nutrición de calidad y salud.
Entre otros elementos a considerar, enumeró la inclusión social, respecto al amparo efectivo de los grupos en mayor desventaja con programas de superación de vulnerabilidades, que doten de medios para prácticas que generen autonomía, así como la política, que apunta a la democratización del acceso a la información y opciones de opinión y rendición de cuentas de las autoridades.
Retomar temas relevantes
El encuentro, realizado en el contexto de la organización del III Coloquio-Taller “La nación que estamos imaginando (nuevas geografías de la racialidad negra en Cuba)”, previsto para el tercer cuatrimestre de 2023, incluyó la presentación del libro La cuestión racial en Cuba. Pensamiento y periodismo, de Gustavo E. Urrutia.
El volumen fue presentado por su compilador, Tomás Fernández, investigador de la Biblioteca Nacional, bibliógrafo y activista social, quien destacó la importancia del estudio de la vida y obra de Urrutia y de otros pensadores negros.
Al respecto, la investigadora y escritora Daisy Rubiera subrayó la necesidad de visibilizar en igual medida a las mujeres negras, quienes desde siglos pasados defendieron los derechos de las personas negras y mestizas.
También se presentó la revista digital Subalternas, dirigida por Mel Herrera, directora transfeminista, negra y decolonial, que desde el espacio virtual aborda con desenfado y mirada crítica las realidades problemáticas de la Cuba de hoy. (2023)