Familias en Cuba: cambios y recomendaciones a la política social.

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Autor: Mareelén Díaz Tenorio.
Artículo publicado en CD Caudales 2006, Editorial de Ciencias Sociales – CIPS, ISBN 959-06-0893-0, La Habana.

Las investigaciones realizadas por el Grupo de Estudios sobre Familia del CIPS, en los últimos años, combinan diagnóstico e intervención, e intentan establecer conexiones entre información sobre la familia en Cuba a nivel macro (estadísticas continuas) y a nivel micro (estudios de profundización). Sobre la base de esta experiencia investigativa, se han elaborado recomendaciones a la política social dirigida a la familia. El objetivo de este artículo es presentar dichas recomendaciones. Sin embargo, es imprescindible mostrar con antelación una síntesis sobre las transformaciones fundamentales ocurridas en los grupos familiares en el país en los últimos años.

Sin pretender establecer un orden por su importancia, podrían mencionarse los siguientes eventos de la evolución de las familias en los últimos años, de acuerdo con las particularidades sociodemográficas y las características del funcionamiento:

  • Aceleración del proceso de envejecimiento poblacional, fenómeno cuya esencia no se reduce al simple aumento del número de adultos mayores –personas de 60 o más años-, sino que consiste fundamentalmente en el incremento de la proporción de estos con respecto a otros grupos poblacionales, en particular los de menor edad: de esta manera, si en 1990, por cada cien niños y adolescentes menores de 15 años había 53 ancianos, ahora hay 67. Actualmente, alrededor del 15% de la población del país tiene más de 60 años y la mayoría de ellos vive en familias3.
  • Incremento de las uniones consensuales como alternativa para la formación de familias. Aproximadamente el 70% de los nacimientos que se producen ahora en Cuba corresponden a mujeres unidas consensualmente.
  • Emigración importante y estable. Unas 30 000 personas al año emigran del país, principalmente hacia Estados Unidos. A partir de 1994, con la llamada “crisis de los balseros”, se produce un importante crecimiento del saldo migratorio externo del país. Desde entonces, hasta el año 2003, han emigrado de Cuba unas 300 mil personas.
  • Elevados y sostenidos índices de divorcios: en los últimos años se han venido produciendo unos 60 divorcios por cada 100 matrimonios.
  • Muy bajos niveles de fecundidad, que se ubican por debajo del reemplazo generacional. La tasa bruta de reproducción, o sea, el número medio de hijas que tendría cada mujer de mantenerse en el futuro los índices actuales, no sobrepasa el valor de 0,8 desde 19924. La tasa global de fecundidad se ubica en 1,6 hijos por mujer, y se necesitarían 2,1 hijos por mujer para garantizar el reemplazo de las generaciones.
  • Transmisión de roles de género con marcadas desigualdades al interior del hogar, en contraposición a los favorables indicadores obtenidos a nivel macrosocial, en aspectos tales como la incorporación de la mujer al mercado laboral, la profesionalización de los puestos de trabajo ocupados por mujeres, la feminización de la enseñanza universitaria y la evolución paulatina pero favorable en cuanto a la ubicación de mujeres en puestos de dirección, entre otros.

En cambio, hacia el interior del hogar se aprecia: poca conciencia de la desigual distribución del trabajo doméstico y sus consecuencias; existencia de concepciones muy tradicionales sobre la sexualidad, el noviazgo y el matrimonio, en adolescentes y jóvenes5; clara diferenciación entre métodos educativos dirigidos a niñas y niños; retirada del mercado laboral de mujeres jóvenes como opción “justificada” por la crisis económica; y expresiones de violencia de género.

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