
Tomado de; www.ipscuba.net
Foto: Archivo IPS/ Cuba
Construir colectivamente una propuesta de estrategia para el autocuidado institucional es uno de los propósitos de un grupo de profesionales de la psicología, el derecho, la docencia y personas dedicadas en Cuba al trabajo en comunidades, como parte de un proyecto enfocado en atender esa necesidad de personas y colectivos.
El taller Estrategias de autocuidado en ámbitos institucionales, convocado por el Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR), es continuidad de ediciones anteriores, donde se conceptualizó acerca de este tema y sus impactos en la salud física y mental.
En esta ocasión, con el aporte de las profesoras Consuelo Martín e Isachy Peña, se reflexionó sobre el concepto institución y su relación con el autocuidado.
De manera general, existe una comprensión de esa urgencia, sin embargo, dar el primer paso para llevar a cabo acciones de autocuidado se aplazan ante otras urgencias.
En los intercambios, por ejemplo, se valoró cuán mejor podrían asimilar momentos estresantes profesionales del derecho o la psicología, que deben enfrentar casos relacionados con situaciones de violencia, que se suman a las dificultades cotidianas.
Una experiencia para continuar
Estos talleres sobre autocuidado, un tema necesario, pero invisibilizado, parten de un proyecto con la agencia sueca Diakonía, dijo la psicóloga Beatriz Torres, de OAR.
La también profesora del Centro de Estudios Demográficos (Cedem) de la Universidad de La Habana, indicó que en las ediciones anteriores se ha tratado de crear un grupo de formación de especialistas, identificados desde la época de la pandemia covid.
Esas personas “estaban sometidas a un gran estrés, primero, porque se enfrentaron a la pandemia y, luego, porque por las características del trabajo acuden ante disímiles situaciones de emergencia y trabajan con poblaciones en situación de vulnerabilidad”, señaló Torres.
En este equipo se incluyen especialistas del Centro Comunitario de Salud Mental de Diez de Octubre, el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), el Cedem, la Facultad de Sociología de la Universidad de La Habana y medios de comunicación, entre otros.
“Hemos desarrollado talleres trabajando el autocuidado después de la covid, identificando cuáles eran las situaciones y desafíos que enfrentaron y qué mecanismos adoptaron como grupos de trabajo para enfrentar este tipo de situaciones, incluso sin tener una propuesta teórica ni metodológica”, explicó.
Con posterioridad, agregó, crearon el grupo de formación, donde reflexionaron sobre el concepto de autocuidado, el cuidado como competencia profesional, y en este último se consideró muy importante trabajar una propuesta de estrategia para las instituciones. “El objetivo más inmediato es aplicarla en las instituciones en las que trabajamos y después, hacer una propuesta metodológica general que le pudiera servir a instituciones que trabajan con esas características y cuyos actores claves también son poblaciones en situación de vulnerabilidad”, destacó.
Para Torres, “el tema del autocuidado tiene todavía muchos pendientes y eso lleva a que las personas que trabajen con poblaciones, vulnerables o no, carezcan de un sentido del autocuidado y cómo esto tiene implicaciones para su salud, para sus relaciones interpersonales, incluso para la propia productividad en su trabajo”.
Sobre la continuidad de la iniciativa, comentó que piensan mantener ese equipo de formación, con la idea de lograr a través de proyectos entre OAR, Cedem y otras instituciones continuar preparando recursos humanos mediante la formación de formadores, de manera que se pueda extender mucho más.
Necesidad de la sociedad
Gabriel Coderch, director del Centro OAR, indicó que para su institución este tipo de iniciativa es fundamental para el bienestar físico, mental y emocional de todos.
“Muchos trabajamos con mujeres con situaciones de violencia de género y enfrentamos la carga de la cotidianidad y de muchos estresores actuales, por lo tanto, necesitamos aprender cómo cuidarnos para poder seguir adelante”, argumentó.
A partir de lo aprendido, en la organización proyectan realizar un diagnóstico para determinar cuáles son los malestares y problemas, para ayudar desde una estrategia institucional, unido a dedicar un tiempo al autocuidado en la propia institución.
En las instituciones, es necesario sensibilizar a las personas decisoras, porque existe desconocimiento y mucha resistencia, “como vimos en el taller los tiempos a veces nos apremian y le damos más importancia a otras cosas que a cuidarnos”, señaló Coderch.
Para Bárbara Zas, del CIPS, el autocuidado tiene varias vertientes: establecer cambios en lo cotidiano para optimizar la energía y la eficiencia y evitar daños a la salud y, en profesionales, no solo la práctica de ejercicios y alimentación sana, sino también qué recursos técnicos utilizar para disminuir la incidencia de los riesgos.
Según la psicóloga Maite Díaz, también de OAR, el interés por el autocuidado partió básicamente desde personas que trabajaban los temas de violencia o cuidados, por la carga negativa y los dolores que recibían, con los que les resultaba difícil lidiar, aunque como profesionales trataran de tomar distancia, y luego, se extendió a otros ámbitos.
“Necesitamos tomar conciencia de las vulnerabilidades que tenemos como personas y empezar por cuidar no solo nuestro estado psicológico, sino nuestro cuerpo, distribuir mejor los tiempos y aprender a lidiar con los avatares de lo cotidiano”, consideró. (2025)