Autor: Juan Paulo de Armas Victores.
Artículo publicado en CD del II Simposio Internacional CIPS 2009, CITMATEL – CIPS, ISBN 978-959-237-267-2, La Habana.
Tal como sentenciaba Ernst Cassirer, a medida que la realidad ―en su sentido más amplio―, se altera por las complejidades tecnológicas, ésta tal como cuando las olas se retiran abruptamente de una playa, dejando tras de su retirada, espacios vacíos para ser ocupados por la información digital y los juegos de la simulación y seducción. Ya no es más inteligible que como antes era. De hecho, nunca lo fue, sólo existían más certezas que ahora. La modernidad ―en su justo advenimiento―, abrió por siempre las puertas de la Razón, para confirmar así, la Veracidad del mundo. Cabría entonces preguntarse: ¿Cuál mundo? ¿Cuál razón? ¿Acaso, la lógica cartesiana o el actual mundo informacional? Ya dejamos de tratar con ese universo de modo directo, a quién mucho menos, se le podría formular preguntas y recibir tranquilamente, respuestas. Cada intento por descarnar centímetro a centímetro de la realidad, es tiempo perdido, pues, ésta cada vez más se nos difumina. Por lo que al mismo tiempo que la razón engendraría sus propios monstruos sígnicos ―que tan admirablemente Francisco de Goya supo representar en su pintura―, se anuncia el retorno de las aves sagradas del Paraíso, es decir, el mito, la magia, la religión, la poesía, o sea, la imaginación, que con su lenguaje siembra nuevas interrogantes acerca de esa figura antrópica que intenta mirar al fondo del espejo y sólo ve, su propia imagen fantasmal. Por ello, la caverna de Platón, sigue siendo una excelente metáfora para entender que lo simbólico, es el hombre mismo.