Autor: Mayra P. Espina Prieto.
Artículo publicado en CD Caudales 2006, Editorial de Ciencias Sociales – CIPS, ISBN 959-06-0893-0, La Habana.
La desigualdad como objeto de las disciplinas sociales.
La observación de la diferenciación social como una estructuración sistemática, funcional, persistente y causal, que soporta y da lógica a numerosos procesos de reproducción de la sociedad, que configura grupos que parecen atrapados en una posición y constreñidos en un espacio de opciones de vida, posibilidades de reflexión y acción preestablecido, y que se asocia a la distribución de recompensas, materiales y simbólicas, a la desigualdad en el acceso al bienestar y al poder que cada uno de ellos tiene, constituye uno de los objetos fundacionales de la sociología y de otras ciencias sociales, que desde su conformación como disciplinas particulares autónomas, en la segunda mitad del siglo XIX han intentado explicar la desigualdad social, sus funciones y perspectivas, entendiéndola como cualidad esencial de lo social.
Los modelos de intelección de la desigualdad propuestos por las ciencias sociales han estado caracterizados, como todo en ellas, por la diversidad paradigmática y por la oposición de diversas visones causales construidas desde diferentes matrices teóricas. Sin embargo, al menos dos nociones generales aparecen en todas ellas: estructura y estratificación.
La entrada de la noción de estructura al pensamiento social, la idea de una “estructura social”, se produce por la utilización de analogías orgánicas, lo social como organismo vivo, como estructura o conjunto de estructuras que organizan y vinculan las partes del todo para cumplir funciones determinadas. La obra de Spencer es un ejemplo claro del empleo de este tipo de analogía.