Autor: Osvaldo Pedro Santana Borrego
Publicado en: Revista Temas, (100-101), 80-85
Para nadie es un secreto que la población cubana, como la del resto del mundo, se encuentra inmersa en un proceso acelerado de envejecimiento poblacional. Según datos recientes,
la Isla finalizó o está a punto de concluir la última etapa de la transición demográfica; período en el cual la fecundidad se mantiene por debajo del nivel de reemplazo generacional en las últimas décadas y, en el caso de la mortalidad con esperanza de vida al nacer, por encima de los setenta años y más. (Alfonso de Armas, 2009: 7)
En el caso particular de la Isla, los indicadores de la dinámica demográfica —mortalidad, tasa de migración y fecundidad— representan cada año un desafío para las ciencias sociales, por el impacto que proporciona en los componentes fundamentales de la estructura socioclasista (VV. AA., 1987), en los indicadores del bienestar, y para la planificación económica, política y social; a su vez, exige analizar sistemáticamente los presupuestos de la asistencia y seguridad social, así como su incidencia en las brechas de igualdad y equidad que tienen lugar en la sociedad cubana como resultado del envejecimiento.