Autor: Ana Celia Perera Pintado.
Artículo publicado en CD Caudales 2008, Ed. Ciencias Sociales – CIPS, ISBN 959-06-1157-5, La Habana.
Tras un período donde se priorizó de cierto modo la inversión social en América Latina (impulsada en mayor o menor medida por gobiernos revolucionarios o por aquellos de orientación socialdemócrata), se produce una transición hacia un predominio del mercado como principio fundamental de funcionamiento de las distintas sociedades. En dicha transición antiguas y nuevas clases en el poder requieren, como es de suponer, de sistemas de legitimación y de discursos acordes al nuevo proyecto impuesto. El campo religioso resulta ser uno de ellos por su reconocido papel en la cultura de los pueblos de la región, aún cuando también sea espacio para la resistencia y lucha por alternativas sociales.
La legitimación del capitalismo desde los espacios religiosos, la teologización de la economía capitalista o la argumentación desde la teología de estrategias económicas no son procesos recientes, existen desde el mismo surgimiento del sistema capitalista. Con la implantación del proyecto neoliberal, sin embargo, asumen formas distintas y más explícitas de manifestarse. Entre ellas se encuentran las que tienen que ver con el modo de representarse el mercado y las relacionadas con la agudización de problemas sociales como el de la pobreza y la exclusión social.
Basta observar qué ha ocurrido con el tema de la pobreza en el medio cristiano para constatar algunos de los cambios. La llamada opción por los pobres de la Teología de la Liberación fue adoptada en su sentido inverso por los ideólogos del mercado, el mensaje de la prosperidad sustituyó al de justicia social, los pobres pasaron a ser de víctimas del sistema con los que se debía compartir a culpables por falta de eficiencia y Fe, la riqueza pasó a ser la bendición de Dios, la pobreza ya no se ve más como un problema social sino individual religioso, los actores sociales que intentan ubicar en la agenda de los políticos la preocupación por el incremento de la pobreza y las desigualdades sociales son considerados como los causantes de esos problemas por obstaculizar el libre mercado. Paradójicamente, desde los centros de poder económico y político se refuerza el uso del lenguaje religioso para implementar la estrategia neoliberal y argumentar sus posiciones respecto a la pobreza, mientras en determinados espacios religiosos la palabra pobre devino “fantasma del pasado”.