Los movimientos sociales y la acción juvenil.

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Autor: María Isabel Domínguez.
Apuntes para un debate. Artículo publicado en CD Caudales 2006, Editorial de Ciencias Sociales – CIPS, ISBN 959-06-0893-0, La Habana.

Hablar de protestas, resistencias y movimientos sociales en el momento actual constituye un reto teórico, metodológico y práctico por la complejidad del entorno internacional y la diversidad de sujetos sociales y expresiones que asumen esas resistencias lo que lleva a (re)plantearse muchas de las preguntas que a lo largo de décadas se han hecho numerosos teóricos del tema y líderes de los propios movimientos.

No pretenderé describir la complejidad de ese contexto signado por la globalización que condiciona, entre otras cosas, como dice Hugo Zemelman que “el conflicto, entonces no es con actores nacionales sino con actores invisibles, ni siquiera con las grandes corporaciones sino con la clase ejecutiva de esas corporaciones transnacionales que tienen un discurso propio y con proyección histórica” (Zemelman, 2003, 281), lo que cuestiona la naturaleza real de los sistemas políticos y contribuye a la emergencia de múltiples tipos de sujetos, pero atomizados, cuyas resistencias unas veces no rebasan los marcos de propuestas subculturales o contraculturales y, en otras, logran conformar movimientos sociales algunos de los cuales se orientan gradual o directamente a la política y otros no se plantean propósitos propiamente políticos sino culturales o societales en un sentido amplio.

Lo que sí es incuestionable es que el siglo XXI se ha iniciado con un reforzamiento de las resistencias a escala planetaria y con evidentes expresiones de globalización de las mismas a partir de la convergencia en identificar al capitalismo y especialmente al neoliberalismo, como la principal fuente de problemas del mundo de hoy, en lo económico, social, cultural y ecológico y la búsqueda de nuevas alternativas de desarrollo (5) (Amín y Houtart, 2003, 7).

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