por: Ania Terrero
Tomado de: http://www.cubadebate.cu
“No te preocupes, los niños vienen con un pan debajo del brazo”. El refrán siempre llega, en boca de alguna abuela, vecino o familiar lejano, cuando madres y padres primerizos asumen y anuncian que tendrán un bebé en Cuba. La popular frase indica que, en cierto modo, tener descendencia es dejarse llevar; que las necesidades sociales, económicas y educativas del infante se irán resolviendo por el camino, por obra y gracia del paso del tiempo, la suerte o algún otro factor ajeno.
Sin embargo, los recién nacidos no llegan con panes ni con manuales de instrucciones. No es secreto para nadie, ni siquiera para quienes invitan a la calma, que la maternidad y la paternidad son tareas complejas. La decisión de traer una nueva persona al mundo va más allá del hecho biológico en sí e implica también una responsabilidad con ese ser y con la sociedad en que se desarrollará. El cuidado, crianza y educación de niños y niñas trasciende por mucho los azares del destino.
No por gusto, quienes asumimos ese desafío en este archipiélago de tradiciones fuertes, nos preguntamos una y otra vez qué implica ser “una buena madre” o “un buen padre”, cómo asumir esos roles y dónde establecer límites. Las dudas y los temores nos acompañan en la misma medida que los orgullos y las alegrías. Sobre todo porque, además, navegamos entre patrones educativos y prejuicios enmascarados. Llegar a buen puerto en el difícil encargo de formar personas de bien va también de elegir correctamente. En tiempos de pandemia, el reto se vuelve aún más complejo.
Para contribuir al diálogo en torno a estos desafíos y orientar a padres, madres y adultos sostenedores de la crianza en la tarea de ayudar a crecer, el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), con participación de otras instituciones y organizaciones, inició este lunes la 8va Edición de las “Jornadas Maternidad y Paternidad. Iguales en derechos y responsabilidades”.
Según explicó la directora del centro Mariela Castro Espín, durante su conferencia inaugural, las Jornadas buscan “ayudar a las familias cubanas a comprender la estrecha relación que existe entre el ejercicio adecuado de la autoridad por parte de los adultos responsables de la crianza, la educación y los cuidados y el establecimiento de límites saludables, sobre la base del conocimiento de los derechos de la infancia y la juventud”.
En palabras de Grisell Crespo, presidenta del Comité Organizador, proponen un espacio de dialogo, intercambio y reflexión sobre los procesos de maternidad y paternidad, y contribuyen así al desarrollo integral de los seres humanos.
En esta ocasión, además, prestarán atención a las modificaciones que supuso la pandemia en el ejercicio de la maternidad y la paternidad y se hará énfasis en la pubertad y adolescencia. “El distanciamiento físico a raíz de la COVID-19 ha puesto a toda la familia en una situación de aprendizajes significativos, en relación a cómo aplicar elementos que determinan la educación, la convivencia y los cuidados, pues hay que establecer límites relacionados a la salud de las personas”, comentó Castro Espín.
El evento, que se extenderá hasta el próximo cuatro de abril, funcionará de forma virtual. Bajo el lema Educar con límites saludables, un programa de videoconferencias, telecharlas y forodebates permitirá la socialización de investigaciones científicas y el intercambio con las familias.
Investigadoras de Cuba, Argentina y España debatirán en torno a los desafíos de educar en tiempos de pandemia, las pautas de crianza y límites, las particularidades de adolescentes y jóvenes y el equilibrio entre la autonomía y la autoridad, entre otros temas.
Idianelys Santillano, jefa del Departamento de Comunicación del Cenesex, explicó a Cubadebate que las actividades serán transmitidas por Facebook, Twitter, Instagram y Telegram, lo que permitirá mejor y mayor acceso. De hecho, para dialogar con comodidad sobre las problemáticas propuestas, el centro abrió un canal de Telegram llamado “Madres y Padres en Casa”, al que se asociará un grupo de debate. Además, no dejan fuera a los medios tradicionales como la televisión, la radio, la prensa escrita y digital.
Como parte de las Jornadas, el Cenesex entregará el reconocimiento Al Mayor Amor, que distingue el trabajo de personas destacadas como madres y padres que contribuyeron de manera especial al cuidado de todo nuestro tiempo durante esta etapa de pandemia. También se premiará el concurso de dibujo infantil “Hablemos de sexualidad”.
Tras siete ediciones, el Comité Organizador de las Jornadas posee numerosas expectativas. Para Santillano, se trata de que los mensajes sobre maternidad y paternidad sean realmente comprendidos y puestos en práctica, de consolidar el rol educativo del Cenesex y de contribuir al modo saludable en que madres y padres enfrentan los enormes desafíos de estos tiempos: “algunos relacionados con la pandemia y otros no tanto, que vienen de antes y complejizan el desarrollo de esos roles”.
Límites, autonomía y equidad, equilibrios necesario en tiempos de pandemia
¿Cómo se consigue, al educar, ejercer la autoridad y fomentar la autonomía? ¿Cómo trascender las herencias patriarcales e incorporar a los padres como iguales, en todos los procesos? ¿Qué tensiones agrega a estos desafíos la COVID-19?
El Cenesex invita a reflexionar en torno a lo que implica el proceso de crecer, como un camino de sucesivas separaciones, desde cada nueva habilidad adquirida, hacia la autonomía. En ese sentido, sugieren que no se puede dejar el crecer liberado a “algo que llega solo” o que “será cuando el niño o niña quiera”.
“Vale la pena reflexionar sobre esos criterios, ya que hay muchas pautas de crianza normalizadas aprendidas que no son saludables”, insisten. Por tanto, la función de ser padres y madres conlleva facilitar las separaciones a través de límites que otorgan, a hijas e hijos, el lugar que les corresponde en cada momento del desarrollo para un crecer saludable. Para ello es necesario encontrar los equilibrios entre la necesaria autoridad y el progresivo camino hacia la autonomía.
Hace un año, en entrevista con Cubadebate, Mariela Castro explicó que “muchos adultos actúan desde la sobreprotección, con promesas de darlo todo de manera arbitraria y, por tanto, desconocen las necesidades que deben atender. Abandonan su función educativa y confunden a sus hijos/as quienes interpretan que `pueden conseguir todo lo que quieren´ y lo demandan de manera tiránica, en lugar de comprender y asumir que `todo lo que está es su capacidad de hacer lo tienen que hacer´.
“Es justamente a través de los límites y del ejercicio de la autoridad de los adultos que se produce la delimitación de los nuevos “lugares”. Estos se van configurando en las constelaciones familiares y permiten los necesarios distanciamientos y logros paulatinos de autonomía, durante el proceso de crecer”.
Por supuesto, en tiempos de COVID-19, estos procesos se vuelven aún más complejos. Es lógico suponer que las modificaciones de rutinas impuestas por los aislamientos agreguen tensiones a los procesos educativos y amenacen su coherencia. No por gusto la nueva edición de las Jornadas dedicará debates específicos a estas circunstancias.
Al respecto, Idianelys Santillano explicó a nuestro medio que “el aislamiento al cual nos sometimos, al estar juntos y juntas en casa más tiempo del usual, supuso la ruptura de una rutina cotidiana y conocida. Las pautas de crianza también se han debido transformar”.
Madres, padres, hijos e hijas vieron como la casa se convirtió en escuela, parque, teatro y otros tantos escenarios, lo que sin dudas dificultó la crianza. Muchos límites debieron flexibilizarse y si ponerlos ya es difícil, modificarlos aún más.
“Hubo un impacto fuerte que hoy toma forma en conflictos, preocupaciones e incertidumbres que tienen las madres y los padres a veces en desarmonía familiar” , indicó Santillano.
Sin embargo, esto no tiene por qué afectar la coherencia en la crianza. “Ser coherente trata de sostener unas pautas claras que se concretan en determinadas formas educativas en un contexto determinado. Si el contexto cambia, la coherencia permite retomar los principios que guían la crianza y adaptarla a las nuevas circunstancias”, explicó.
Por ejemplo, añadió, si en las pautas de crianza está el respeto a los horarios, por lo positivo que tiene para niñas y niños en edades preescolares y escolares, las actuales circunstancias de vida pueden llevar a su flexibilización, pero eso no implica el caos. “Se trata de replantear las pautas. Incluso, en dependencia de la edad se puede llegar a acuerdos de cuáles serán las modificaciones y, como adultos, garantizar que sostengan la coherencia en el proceso de crianza”.
La gestión de una crianza compartida entre madres y padres supone otro desafío en los tiempos que corren. Si en circunstancias normales las familias no siempre consiguen una distribución equitativa de tareas domésticas y de cuidados, ahora que niños y niñas están siempre en casa, suelen ser otra vez las madres quienes asumen la mayor carga puertas adentro del hogar.
Desde la perspectiva de Santillano, se podrá asegurar y gestionar una crianza compartida entre madres y padres en la medida en que haya una historia previa de vínculos similares que apoyen a ello. “Es muy poco probable que si esa historia no ocurrió, si no estaba claro el hecho de compartir la crianza, se pueda asegurar y gestionar en estas circunstancias, donde también para ese padre la situación es difícil”.
No obstante, admitió, “estas circunstancias de vida en la COVID-19 pudieran ser una nueva oportunidad para mejorar modos de actuación que no han sido saludables, pudieran ser también una oportunidad para repensar comportamientos y en ese sentido, a lo mejor sí podría ayudar a gestionar de manera compartida la crianza de niñas y niños”.