
Tomado de: www.ipscuba.net
Foto: Archivo IPS Cuba
Abuso, presión, maltrato, silencios, chantajes, golpes, abandono, ofensa, acoso y control fueron algunas de las expresiones con las que un grupo de mujeres emprendedoras describieron la violencia, en el taller Comunicación, emprendimientos y violencias.
La iniciativa, convocada por la Red Cubana de Mujeres Emprendedoras junto a la corresponsalía del Servicio de Noticias de la Mujer de América Latina y el Caribe (SEMlac-Cuba), dio inicio a una serie de acciones que proyectan realizar de conjunto.
Para desentrañar las raíces de la violencia machista y trazar líneas de acción, en el encuentro participaron representantes de emprendimientos de cuidados, afroestética, artesanía, proyectos comunitarios y de comunicación, la comunidad de crecimiento para adolescentes, periodistas, estudiantes y emprendedoras en ciernes.
El taller, realizado pese a los continuos y prolongados cortes eléctricos de diciembre y en el contexto de los 16 días de activismo por la no violencia hacia las mujeres y las niñas, reunió a representantes de Rizo Libre, TaTamanía, Sugiero Cuba, Sueños de Artesanas, Amadas y Alma.
Tuvo como sede el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, de La Habana, y contó con el apoyo de su Cátedra de Género y Comunicación y de la Embajada del Reino de los Países Bajos en Cuba.
Lo primero es lo primero
Según Sara Más, de SEMlac, aunque existen diferentes formas de nombrarla: violencia de género, violencia machista y violencia sexista, la esencia es una: se ejerce por motivos de género, fundamentalmente sobre las mujeres, pero también sobre las personas que no se ajustan a la normativa heterosexista de la dominación machista.
Esa definición, de la estudiosa cubana Clotilde Proveyer, sostiene que “es la violencia del patriarcado como forma de dominación”.
Al respecto, puntualizó Más que en la Cumbre de Beijing, en 1995, la Organización de Naciones Unidas definió la violencia de género como cualquier acto violento basado en las diferencias de género, que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual y psicológico.
“La violencia contra las mujeres por razones de género se considera la violación de los derechos humanos más extendida y sistemática y está presente en mayor o menor medida en todos los países, independientemente del desarrollo económico y social o el sistema político, estratos económicos o niveles culturales”, enfatizó,
En la exposición se destacó la falta de estadísticas fidedignas para los análisis, pues “la violencia de género está infra calculada, es un fenómeno difícil de reconocer, difícil de denunciar y, por tanto, difícil también de contar”.
De igual modo señaló Más que el fenómeno se manifiesta “casi siempre en espacios afectivos cercanos, no solamente espacios físicos también espacios emocionales, por las familias, las parejas o compañeros de trabajo”.
También se refirió a creencias arraigadas en el imaginario social, entre ellas, que la violencia ocurre solo en espacios de marginalidad y entre personas con bajo nivel cultural, “cuando la vida demuestra que puede cambiar la forma en que se expresa, es más pública; sin embargo, existe también en poblaciones de alto nivel cultural, más escondida”.
Construir juntas
En las dinámicas grupales, las participantes identificaron formas de violencia como el control sobre los cuerpos de las mujeres, la violencia estética que se ejerce sobre grupos en situación de vulnerabilidad, la económica, la patrimonial, la sexual (acoso callejero y abuso sexual) y la sobrecarga doméstica.
Entre las propuestas de acciones, uno de los equipos apostó por la realización de talleres de autoestima, la confección de un glosario sobre violencia, así como introducir el trabajo de los proyectos.
Un segundo equipo identificó, además, la minimización y el abuso psicológico. Sugirió incluir estos asuntos en charlas en los emprendimientos, promover el autocuidado, compartir prácticas en la socialización y la autopreparación, para brindar información valiosa y vincular a las escuelas a los talleres.
Se intercambió acerca de diferentes caminos para hablar sobre la violencia machista desde los emprendimientos, los desafíos que enfrentan las emprendedoras, las redes de apoyo, la sobrecarga doméstica,
En un ejercicio final, las emprendedoras compartieron los sentimientos que les despertó el encuentro: sororidad, libertad, empatía, crecimiento, seguridad, confianza e igualdad, y sugerencias para próximos talleres: abundar en aspectos jurídicos, violencia sexual, servicios de ayuda y visiones desde la infancia. (2024)