Tomado de: www.redsemlac-cuba.net
Foto: SEMlac Cuba
¿Puede la religión contribuir a empoderar a la mujer? ¿Cuánto se ha avanzado en ese camino y cuánto falta por recorrer?, fueron algunas de las preguntas que motivaron el intercambio de ideas en el V Encuentro de Mujeres de la Plataforma para el Diálogo Interreligioso en Cuba, efectuado el sábado 11 de marzo en la Institución Quisicuaba, en La Habana.
Representantes de diferentes comunidades de fe compartieron sus visiones sobre el tema y señalaron los desafíos que persisten para todas, muy relacionados con la necesidad de desterrar estereotipos, transformar patrones culturales y educar a la sociedad.
Coincidieron, además, en la importancia de la unidad, del respeto entre todas las denominaciones religiosas y de avanzar juntas en la construcción de una sociedad mejor, lo cual implica luchar contra la violencia de género.
Sobre cómo las mujeres han logrado conquistar espacios al interior de sus comunidades religiosas, Nacyra Gómez Cruz, presbítera gobernante de la Iglesia Reformada de Varadero y coordinadora de la Plataforma Interreligiosa en la provincia de Matanzas, comentó que si en los años 60 del siglo pasado las mujeres se dedicaban solo al servicio, actualmente ocupan posiciones de liderazgo y asumen labores pastorales.
Igualmente ocurre entre los hebreos, según Sara Yaech Estrada, vicepresidenta de la Asociación Femenina Hebrea de Cuba, pues antiguamente ellas estaban relegadas al hogar y la crianza de los hijos, mientras hoy están completamente incorporadas a la sociedad.
Destacó que en la alta dirigencia de esa comunidad en el país están presentes las mujeres y puso como ejemplo que, de las cinco sinagogas existentes en la nación caribeña, tres están dirigidas por mujeres, así como varios proyectos.
Sin embargo, no ocurre lo mismo en otras denominaciones, como apuntó Innarys Suárez Cárdenas, de la Iglesia Católica Romana y responsable de la Comunidad de Sant’Igido, para quien el tema es un reto.
“Las mujeres pueden y deberían desempeñar actividades de mando y responsabilidad hasta hoy exclusivas o limitadas a los varones, es una situación que creo que la Iglesia Católica debe plantearse profundamente. Hay una ideología machista y el reto es salir de la mentalidad convencional de que el liderazgo es solo cuestión de hombres, de varones. Una mujer no necesita copiar el liderazgo masculino, una mujer con su estilo femenino y materno por el don natural, puede hacer de todo. El genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida”, remarcó.
Suárez Cárdenas también aludió al discurso moralista dentro de la Iglesia Católica, una razón por la cual le avergonzaba mucho en algunos ambientes decir que era divorciada. “Personalmente lo sentía como un escándalo o un fracaso”, acotó, aunque ha logrado verlo como una experiencia que le ha ayudado a acompañar a otras mujeres que viven el proceso de manera traumática.
Debemos ver el feminismo como una riqueza, como un regalo de Dios. Cuando se maltrata a la mujer, se le mutila, se irrespeta un regalo de Dios, consideró y significó que el encuentro fue también una cita por todas las mujeres violentadas, las que sufren por la guerra, la discriminación y las desigualdades.
El reconocimiento de la igualdad entre hombres y mujeres fue denominador común en las exposiciones de las representantes de las distintas comunidades de fe, como Joannet Delgado de la Guardia, directora de la Soka Gakkai de Cuba.
“El empoderamiento de la mujer no puede ser una agenda opcional, es un asunto acuciante para muchas personas en situaciones difíciles”, subrayó esta mujer dedicada a las enseñanzas del budismo.
En tal sentido, Carmen Valdés, musulmana, definió que “empoderar es desarrollar en una persona la confianza y la seguridad en sí misma y en sus capacidades, en su potencial y en la importancia de sus acciones y decisiones para afectar su vida positivamente”. Sobre esa base, explicó que las enseñanzas del Corán no limitan el desarrollo de las mujeres como muchas personas piensan.
Las musulmanas disfrutamos del derecho al divorcio, a heredar y a realizar nuestros propios negocios mucho antes que las occidentales, precisó, y acotó que en las escrituras sagradas igualmente se refrendan el respeto en el trato a la mujer y se condena el mirarlas como un objeto de deseo.
Lamentablemente existen lugares donde los intereses políticos o las tradiciones culturales limitan, por ejemplo, el acceso de las mujeres al estudio, y le imponen ciertas normas que no tienen que ver con las enseñanzas de Corán, recalcó Valdés.
Sobre el particular ejemplificó que adoptar el hijab o velo con el que cubren sus cabellos, el pecho y a veces parte de su rostro es una decisión de cada cual, y que lo usan como señal de que viven y profesan su fe, no por imposición de los hombres a su alrededor.
“Hasta que no se establezca la igualdad entre el hombre y la mujer no será posible lograr el desarrollo más elevado de la sociedad”, refirió por su parte Danieska Megnet Ramírez, representante de la comunidad Bahai, quien mencionó como desafíos para la sociedad promover ambientes de unidad que valoren la diversidad y superar estereotipos de todo tipo.
La violencia contra mujeres y niñas es una amenaza para la sociedad, enfatizó, y agregó que enfrentarla requiere no solo cambiar estructuras legales o mecanismos de denuncia, sino transformar patrones culturales y dejar de considerar las tradiciones como algo inamovible, para oponerse a prácticas como la mutilación del cuerpo femenino.
Ramírez invitó a analizar otros fenómenos sociales, como la economía que surge de la competencia y el conflicto, en lugar de ser fruto de la cooperación; y señaló al empoderamiento económico de las mujeres como un paso esencial para la igualdad y para la prosperidad colectivas. Hay que cambiar la realidad del no reconocimiento de los trabajos de cuidados no remunerados que sostienen la vida, dijo.
La igualdad no puede verse solo con la incorporación de la mujer en diferentes sectores de la sociedad, sino que requiere que ambos accedan al poder en todos los ámbitos en las mismas condiciones, remarcó, y resaltó que para ello es imprescindible educar desde edades tempranas y crear conciencia sobre el verdadero papel de la mujer en la sociedad.
“Las mujeres hemos aportado un caudal de riqueza material y espiritual a lo largo de la historia”, sostuvo Digna Estrada, espiritista y responsable de las actividades litúrgicas de Quisicuaba; quien subrayó el legado de las esclavas africanas a la sociedad cubana y su rol en la gesta independentista.
“Nos heredaron ese espíritu de resistencia, de no doblegarnos y luchar siempre”, dijo.