
Tomado de: https://www.ipscuba.net
Foto: Archivo IPS Cuba
Alina Saborit, de 58 años, pasó de ser una mujer temerosa, sobreviviente de muchas violencias a emprendedora con su atelier Atrévete, eres más. Mucho en ese camino lo agradece a los talleres, capacitaciones y recursos aportados por el Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR) y un proyecto para impulsar el emprendimiento femenino.
“Fue una puerta para mí: de herramientas y empoderamiento. Encontré ese refugio para crecerme, salir adelante y realizar un sueño que pensé no se cumpliría. Ahora soy libre, estoy agradecida, empoderada y con oportunidad de ayudar a otras mujeres”, dijo.
Saborit fue una de las participantes en un taller de evaluación del proyecto Experiencias para la búsqueda de la equidad de género entre hombres y mujeres en La Habana y Santiago de Cuba, desarrollado por OAR los días 11 y 12 de diciembre.
Esta iniciativa, apoyada por la agencia de cooperación Pan para el Mundo (PPM), se propuso contribuir al mejoramiento de condiciones socioeconómicas que impactan en esa equidad en cinco localidades de La Habana y el municipio Santiago de Cuba.
Eliminar situaciones de vulnerabilidad
El proyecto tuvo en cuenta la existencia de condiciones de vulnerabilidad para las mujeres (pobreza, falta de recursos, color de la piel, violencia, madres solteras y orientación sexual fuera de la normativa heterosexual) que limitan su crecimiento, autonomía, acceso a recursos y oportunidades y empleos dignos.
De acuerdo con Zulema Hidalgo, especialista de OAR y coordinadora del proyecto, la iniciativa que ya tiene seis años, en los tres últimos incorporó nuevos aspectos, entre ellos, dotar a las mujeres de equipos para que pudieran mejorar sus producciones, ventas y servicios, así como espacios para la socialización con hombres cercanos a ellas.
“Se trató de que esposos, padres, hermanos e incluso vecinos pudieran apoyarlas en sus emprendimientos y en que accedieran al mercado laboral en mejores condiciones, porque se trata de mujeres en situación de vulnerabilidad social y esos emprendimientos, oficios y empleos podrían ser la salida de esa vulnerabilidad”, explicó Hidalgo.
Para Beatriz Torres, psicóloga y vicedirectora de OAR, este y todos los proyectos del centro, “tienen un elemento en común: trabajar por la equidad, por la no violencia, con un enfoque interseccional, por eso trabajamos con mujeres y hombres, considerando otros factores determinantes sociales: territorio, color de la piel y pobreza”.
Dinámicas y reflexiones
Al taller asistieron emprendedoras, hombres que las apoyan y miembros de la Plataforma de hombres cubanos por la no violencia y la equidad de las dos provincias.
En la primera sesión, divididos en grupos y luego en plenario, participantes analizaron aspectos relacionados con el empoderamiento femenino, los procesos de transformación, los principales aprendizajes del proyecto, los elementos que favorecen el crecimiento de los negocios, entre otros.
Conducidos por Hidalgo y Maité Díaz, también especialista de OAR, los hombres preguntaron a las mujeres cuáles aspectos del proyecto les fueron útiles, si el acompañamiento facilitó su acceso al empleo, el apoyo de los varones cercanos y su postura acerca de la violencia de género.
Ellas indagaron sobre los aprendizajes aportados por la iniciativa, qué actividades del proyecto contribuyeron a que las apoyaran, los cambios experimentados, la repercusión en las dinámicas familiares y con mujeres de la comunidad y centros de trabajo.
Al decir de varias de las personas beneficiarias del proyecto, las capacitaciones, los talleres e intercambios representaron una oportunidad de crecer en lo personal y lo profesional, de cambiar su modo de ver la vida, desaprender y deconstruir actitudes machistas, discriminatorias y violentas, además de convertirse en mejores personas.
Para otros, el equipamiento facilitado, por ejemplo, a negocios de dulcería y costura, les permitió incrementar la producción y la comercialización, y con ello, los ingresos.
Un taller para recordar
Para una próxima fase del proyecto, sugirieron sistematizar espacios, incluir otros temas en los talleres, incorporar a otras personas y más hombres y tener mayor visibilidad.
“Evaluar el proyecto de forma participativa permitió identificar muchos elementos que lo enriquecen”, reflexionó Hidalgo.
Para Michael Torres, sociólogo y profesor de la Universidad de La Habana, el taller representó un proceso de intercambio, de compartir con las mujeres las experiencias de sus emprendimientos y conocer a nuevos hombres con diferentes masculinidades.
De acuerdo con Isel Calzadilla, coordinadora de Las Isabelas de Santiago de Cuba, primer grupo de mujeres homo y bisexuales, creado en 2003, pudieron mostrar las experiencias del grupo y sus emprendimientos y conocer a diversas personas.
Además, comentó: “fue también una posibilidad de intercambiar con la plataforma de hombres, que tanto nos apoyan”. (2024)