Autor: María Isabel Domínguez García. Artículo publicado em Publicado en Libro “Niñez, adolescencia y juventud en Cuba. Aportes para una comprensión social de su diversidad.” María Isabel Domínguez (Comp.). CIPS-UNICEF, La Habana, 2010.
Para la sociedad cubana, la juventud ha estado en el centro de los procesos sociales a lo largo de décadas: en los orígenes de la Revolución desde su propio protagonismo y luego, cada vez más, con políticas dirigidas a ella. Un punto medular en esas políticas han sido las educativas, las que con sus particularidades según las metas de cada momento, ya fuera ir elevando los niveles escolares mínimos (alfabetización sexto grado, noveno grado, duodécimo grado), o con énfasis más productivistas o humanistas, la Educación ha concentrado una alta proporción del presupuesto nacional y ha mantenido la formación de maestros y profesores como una constante ocupación del país.
Este ha sido uno de los mecanismos por excelencia para garantizar la integración social de la juventud, unido a las prácticas participativas a través de un entramado de organizaciones políticas y sociales que han constituido espacios para que adolescentes y jóvenes ejerzan sus derechos y se inserten de manera activa en la vida social.
En un contexto como el que vive el mundo en la actualidad, caracterizado por la heterogeneidad y crecientes desigualdades y donde pensar la juventud y su integración social en muchos casos se hace desde políticas asistencialistas o desde lógicas consumistas, la experiencia de las políticas sociales aplicadas en Cuba puede ser un buen ejemplo para hacer que la integración social de la juventud sea algo más que “la ilusión de la inclusión” (Escobar y Mendoza, 2005,16).