Por: Lic. Zulema Ortega Iglesias
En la tarde del 26 de abril –luego de una intensa mañana de trabajo, donde sesionaron varios paneles que abordaron el tema de la Orientación Psicológica– comenzó la nueva jornada de presentación de las mesas, esta vez con el contenido de “Orientación y acción comunitaria”, a partir de la sistematización de diversas prácticas de transformación social.
El equipo de ponentes estuvo compuesto por tres psicólogos experimentados en el trabajo con grupos comunitarios. Entre ellos: la MSc. Marta Alejandro Delgado –del Centro Memorial Martin Luther King, Jr. (CMMLK)– con el título: “Acompañamiento vs intervención. Naturaleza de los cambios en la comunidad”; la MSc. Vivian López González –perteneciente al Grupo de Estudios Psicosociales de la Salud del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) – quien expuso “Reflexiones sobre una experiencia de transformación psicosocial desde la Orientación Comunitaria”; y el Dr. Ovidio D´Angelo Hernández –coordinador del Grupo Creatividad para la Transformación Social, también del CIPS– quien habló sobre “Orientación Psicosocial y desarrollo emancipatorio de Proyectos de vida”, estos dos últimos panelistas miembros del Comité Organizador del encuentro.
Este panel, que se sustentó en diferentes experiencias profesionales de transformación psicosocial en comunidades, se desarrolló asimismo desde diversos enfoques, que se complementan e integran en el trabajo con grupos. Entre estos se encuentran: la Educación Popular; la Psicología Social; el Enfoque Histórico Cultural; la Educación y el Deporte para el desarrollo, con un modelo preventivo de salud; así como la Complejidad; ahora puestos en función de la Orientación Comunitaria.
Para este análisis, se partió de una mirada sistémica del término Comunidad, en la que confluyeron los tres especialistas del panel. Desde esta perspectiva, el espacio comunitario es visto como una unidad social compleja y singular, conformada por una gran diversidad de subsistemas: individuos, grupos, instituciones y organizaciones, que se encuentran en constante interrelación, dentro de un contexto temporal, espacial, histórico y cultural determinado; adquiriendo su singularidad desde el sentido psicológico que cobran las interrelaciones que entre ellos se producen.
Al mismo tiempo, se resaltó la importancia de no perder de vista la relación entre lo macro y lo micro, entendiéndose la comunidad como parte de una unidad social mayor que incide en las estructuras, la organización y las relaciones sociales de la misma. Igualmente, se llamó la atención sobre el valor de identificar a la comunidad como un espacio territorial, donde conviven personas con un sentido de pertenencia, con diversas necesidades, con problemáticas psicosociales, con una historia, y con tradiciones, formas de comunicación e intereses compartidos.
En consonancia con lo anterior, resulta oportuno cuestionarse las formas de establecer una relación profesional de ayuda psicológica –orientador-orientando–, que tiene como finalidad el desarrollo humano y el mejoramiento de la calidad de vida de las personas en la comunidad. ¿Cómo entender, entonces, la Orientación Psicológica en el espacio comunitario?
La reflexión en el panel arrojó que: la Orientación Comunitaria es una orientación que se centra en las personas, las instituciones y las organizaciones pero, fundamentalmente, en el sistema de relaciones vinculares entre estos subsistemas; con el objetivo de alcanzar la integración social y la potenciación de los recursos a nivel individual y grupal, a través de la participación activa, la autonomía, la autogestión, el empoderamiento, entre otros.
Un aspecto que llamó la atención en las ponencias de este panel fue la mención, de manera diferenciada, a la Orientación Comunitaria y a la Orientación PsicoSocial Comunitaria (OPSC). Esta última fue definida por Ovidio D´Angelo como “conjunto de relaciones profesionales que articulan la promoción de autonomía individual y colectiva por medio de acompañamiento, intervención de ayuda, mediación, prevención, asesoramiento, formación, reflexión e interpretación colectivas y acción grupal emancipatoria en los contextos propios de los actores sociales”.
En la OPSC se articula –como bien enuncia la definición– todo un conjunto de procesos que habitualmente se encuentran escindidos en la práctica, conjugando, diversos enfoques como la Educación Popular, la Orientación Psico-social, la Supervisión, la Mediación de Conflictos y los proyectos de acción social. Ello contribuye al empoderamiento de los actores, al enfrentamiento constructivo de sus problemas y sus conflictos con un interés de potenciar la autonomía, la autogestión, el ser sujetos activos y responsables de su propia realidad; distinguiéndose, además, la función educativa de la Orientación dentro de los procesos de transformación, como una necesidad esencial para la consecución de los mismos.
Todo lo antes mencionado no entra en contradicción alguna con la conceptualización de la Orientación Comunitaria. Esta es entendida también con un carácter psico-social, que se basa en la comprensión del sujeto –ya sea a nivel individual, grupal o institucional– dentro de su propio contexto y en sus condiciones reales de vida; y que tiene como finalidad potenciar el crecimiento y el desarrollo de la persona en su entorno.
Por lo que, más que hablar de formas diferentes de conceptualizar la Orientación Comunitaria, se trata de que al referirse al término OPSC se enfatiza en la naturaleza psicosocial de la orientación en el ámbito comunitario, aspecto sobre el cual coincidieron todos los panelistas.
En cada una de las experiencias de transformación social expuestas se evidenciaron tanto las diferentes funciones que cumple, de manera general, la Orientación Comunitaria (asistencial, de acompañamiento, educativa y formativa), como las particularidades de la relación orientadores-orientando. Con respecto a este último aspecto se destacó el papel de un grupo heterogéneo –de especialistas facilitadores– conformado por psicólogos, pedagogos, promotores culturales, etc., en el trabajo con la comunidad.
De igual forma, se enfatizó, por parte de los panelistas, la importancia del carácter dinámico y flexible de estos procesos de transformación, los cuales requieren ser pensados y repensados una vez que se ponen en movimiento. Ello posibilita atender a las necesidades, a las demandas, a las problemáticas psicosociales y a las potencialidades que existen y que van emergiendo en el grupo de personas involucradas en este proceso o en la propia comunidad.
Se ratificó, además, la importancia de la supervisión de dichas prácticas, como la necesidad de hacer altos y mirarse a sí mismos como orientadores, como personas con determinados saberes y maneras de hacer aprendidas. Como profesionales comprometidos con el desarrollo humano, precisamos mirar el proceso de la orientación y sus resultados desde el distanciamiento y la observación crítica-valorativa de nuestro desempeño: qué he hecho hasta ahora, por qué lo he hecho así, cuáles han sido mis resultados y cómo puedo lograr efectos diferentes.
A modo de cierre, la forma en que fue abordado el tema invita a reflexionar, una vez más en este encuentro, sobre los supuestos teóricos, metodológicos y prácticos de la Orientación Psicológica, sobre el valor de la sistematización de las experiencias adquiridas en este campo y la necesidad de repensar y reconstruir las definiciones de la misma, sus alcances, sus limitaciones, sus funciones, sus herramientas, etc., con el objetivo medular de esclarecer, aún más, el sendero a seguir como profesionales.