
Tomado de: www.redsemlac-cuba.net
Al cierre de 2023, la población con 60 años y más en Cuba representaba el 24,4 por ciento. ¿Cuántas de esas personas pertenecen a la población LGBTIQ+? ¿Cómo envejece este grupo poblacional en el país? ¿Cuáles son sus necesidades y vulnerabilidades específicas? Son muchas las preguntas vinculadas al envejecimiento y la diversidad sexual. Ciertamente, existe un gran vacío en relación con este grupo humano y su llegada a la vejez. Para conversar sobre temores, necesidades y propuestas al respecto, SEMlac Cuba conversó con las activistas María Ofelia Rodríguez Pons, integrante del Grupo Oremi de la Red Nacional de Mujeres Lesbianas y Bisexuales; Malú Cano, coordinadora de la Red TransCuba; y con el médico y también activista Alberto Roque, Máster en Bioética y autor de artículos sobre población LGBTIQ+.
¿Qué temores, alegrías y desafíos vive una persona LGBTIQ adulta mayor en Cuba hoy?
Malú Cano: La población LGTBIQ+, específicamente la población trans, vive en desventaja en relación con otras poblaciones de su misma edad. Creo que se siente alegría por todos los cambios que se han dado en los últimos años y llegar a la adultez en mejores condiciones en relación a 10, 15, 20 años atrás.
A partir de la aprobación del Código de las Familias, las personas trans están más protegidas; pero, desafortunadamente, atraviesan otras situaciones que provocan temores al llegar a la vejez.
Muchas personas trans viven con VIH y esto afecta significativamente su calidad de vida. También es un desafío para las personas adultas mayores trans adquirir los alimentos necesarios para poder llevar una vida saludable.
Tampoco la mayoría cuenta con casa propia, lo que significa que han llegado a la adultez mayor viviendo en rentas o con amigas, lo que las pone en una situación de mayor vulnerabilidad y desventaja social en comparación con otras personas de su misma edad.
Desafortunadamente, un número elevado no mantuvo un empleo estable —por toda la discriminación que vivieron— y, en consecuencia, han llegado a la adultez mayor sin una pensión por jubilación o apoyo por parte de la seguridad social, que les permita satisfacer sus necesidades.
Alberto Roque: Sería ambicioso y pretencioso hablar en nombre de un grupo poblacional en Cuba, sobre todo LGBTIQ+, pero hay cuestiones que sí son visibles y entre ellas se encuentra el temor a envejecer solos, a la soledad.
La vejez es una etapa de la vida que lleva consigo fragilidad, posibilidad de morir, de enfermar, dependencia hacia otras personas y muchas veces se llega a ella en soledad.
Este temor puede surgir porque, en la trayectoria de vida de la mayoría de las personas LGBTIQ+, no siempre se crean lazos filiares persistentes en el tiempo, que permitan enfrentar las vulnerabilidades ontológicas de envejecer.
Por ejemplo, cuando uno sale del armario y comienza a tener relaciones con otros con los que compartimos identidades y deseos eróticos similares, se crean vínculos necesarios para vivir de manera comunitaria, para sobrellevar las discriminaciones y se crean redes de apoyo, como sucede con la población trans, que sigue siendo la más vulnerable. Pero estas redes y vínculos, lamentablemente, no siempre se mantienen cuando se transita de la madurez al periodo de ser un adulto mayor.
A la fragilidad corporal que implica el envejecimiento, se suman las vulnerabilidades sociales y la pérdida de capacidades para sobreponerse a ellas.
En la Cuba de hoy, con un aumento de la precariedad, más población adulta mayor y grandes éxodos migratorios, se vislumbra un escenario muy difícil para las personas adultas mayores en general. A todo esto se suman vulnerabilidades relacionadas con el hecho de ser lesbiana, gay, ser una persona bisexual, una persona trans o con otras sexualidades y cuerpos.
¿Las alegrías que se mantienen? Está no perder esa necesidad de tener un motivo para vivir, para seguir y, en lo posible, estar aprendiendo todo el tiempo. Ojalá y tuviéramos redes de apoyo mucho más efectivas, que den garantías mínimas para que la dignidad de las personas LGBTIQ+ adultas mayores no se pierda.
María Ofelia Rodríguez Pons: ¿Temores? Retroceder en todos los derechos que hemos logrado alcanzar en estos últimos tiempos; envejecer en una sociedad donde se nos discrimine y nos odien; envejecer solas, sin lograr formar una familia; no tener una vejez digna.
¿Alegrías? Poder contar con un Código de las Familias generoso, como el que tenemos, que nos permite tener los mismos derechos a todas las personas. Tenemos derecho al matrimonio, a la adopción, entre otros.
¿Desafíos? Seguir la lucha a través del activismo para que esos derechos que logramos se cumplan. Sabemos que nos falta mucho por conquistar, aprender y desaprender. Vivimos en una sociedad machista, donde el fundamentalismo nos quiere desaparecer, en la cual todavía existen muchas personas que piensan que somos enfermos. Todavía nos falta mucho, pero mucho camino por recorrer.
¿Crees que reciben suficiente apoyo? ¿De qué tipo necesitarían?
MC: Siento que no se tiene todo el apoyo necesario o requerido, pese al trabajo del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y la Red TransCuba, principalmente en cuestiones relacionadas con el acompañamiento ante la vulneración de los derechos.
Nos queda un vacío muy grande en lo relacionado con la seguridad social y las instituciones a las cuales deberían poder llegar las personas trans en la adultez mayor, que fueran espacios libres de estigma y discriminación.
Soy del criterio de que las personas trans necesitan espacios propios ¿Por qué? Aunque hoy tenemos un Código de las Familias y una Constitución de avanzada, los derechos de por sí no garantizan el cambio de mentalidad en las personas.
Por ejemplo, una persona trans que llega a un asilo seguirá viviendo discriminación, estigma y violencia por su identidad de género. Por ello, consideramos que la creación de espacios propios para personas trans sería de mucha ayuda.
Hay quien diga: “están creando un gueto” y no, lo que se está buscando es un espacio seguro, donde prime la armonía entre pares que no se van a discriminar.
Aunque el Estado sí ha pensado en estos temas, la situación económica que se está viviendo en los últimos tiempos, debido sobre todo al recrudecimiento del bloqueo del gobierno estadounidense, frena muchos programas sociales. Desafortunadamente, casi siempre las personas trans quedamos en el olvido. Aunque, como ya dije, tenemos instituciones que están pendientes de nosotras.
Insisto en que las personas trans seguimos en desventaja en relación con otras poblaciones y necesitamos del apoyo del gobierno y del Partido para que estos espacios que se creen apoyen a una vejez digna, libre de estigma y discriminación para las personas trans.
AR: De manera general hay un grave problema con los cuidados y, en particular, el cuidado de las personas mayores. Los desafíos son grandísimos, desde el punto de vista social y económico, fundamentalmente.
Aunque en Cuba se han trazado políticas y se cuenta con estudios en diferentes campos de la ciencia —demografía, sociología, gerontología y geriatría—, no creo que estemos en un buen momento para hablar de un apoyo suficiente que garantice los mínimos a los que me refería en la pregunta anterior.
Yo he visitado hogares de ancianos por cuestiones personales y, verdaderamente, las condiciones son deplorables. Por lo tanto, asumo —y no lo concluyo de ninguna investigación, porque existe un déficit real de investigaciones sobre adultos mayores LGBTIQ— que persisten otros atravesamientos y condicionantes que generan un escenario que no es de seguridad, ni con los apoyos necesarios para este grupo.
Considero que, desde las ciencias sociales, las ciencias biomédicas, la bioética y otras debiera investigarse qué pasa realmente con esa población cuando llega a esta etapa. Creo, además, que sería útil crear grupos de apoyo que tomen en cuenta la necesidad de acompañamiento, de atención a la salud mental y al bienestar físico en estas edades.
Ojalá el activismo LGBTIQ+ piense alguna vez en crear grupos de apoyo, como lo ha hecho el colectivo trans, que sí ha tomado en cuenta las vulnerabilidades relacionadas con la edad.
Existe una obligación moral y una obligación del Estado de crear condiciones para atender las vulnerabilidades asociadas a ser una persona LGBTIQ+, que además es adulta mayor, pues estas personas tienen necesidades específicas, no solamente de salud, sino también económicas y sociales.
También es necesario crear las condiciones para que, cuando existan enfermedades debilitantes y degenerativas, se atiendan con los cuidados necesarios. Aquí estoy hablando ya de cuidados paliativos, asegurando el reconocimiento y respeto a cómo esa persona ha construido su sexualidad, tomando en cuenta su orientación sexual e identidad de género.
Creo imprescindible despojar del enfoque binario la manera en que se producen las políticas y como son implementadas. Debe trabajarse en colaboración con la Red Cubana de Estudios sobre Cuidados, teniendo en cuenta que se ha constituido en decreto ley el Sistema Nacional para el cuidado integral de la vida.
MORP: Bueno, nunca es suficiente el apoyo. Recibimos apoyo y acompañamiento del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), pero necesitaríamos más apoyo de las organizaciones de masa, como la Federación de Mujeres Cubanas, y de otras de las cuales somos integrantes desde edades muy tempranas; pero no siempre nos acompañan.
Recomendaría implementar políticas públicas que tengan en cuenta las especificidades de una población que ha envejecido en condiciones de salud emocional diferente a las personas heterosexuales; la población heterosexual no ha tenido que sufrir discriminación, ni acoso, ni estigma por su orientación sexual y expresión de género.
También recomiendo que se realicen campañas de sensibilización para dignificar a las personas de la población LGBTIQ+ envejecida y que no cuentan con familia propia.