Tomado de: www.escambray.cu
Foto: Abel Rojas Barallobre
La socióloga Yadira Pérez Serrano considera que la propuesta de norma jurídica que hoy se somete a consulta popular conduce a contemplar la realidad social de las familias cubanas en su pluralidad y diversidad, y a superar lógicas machistas, arcaicas y patriarcales.
FREE minds, free society (mentes libres, sociedad libre, por su traducción del inglés) es un credo que invita a transmutar algunas creencias de base con las que hemos sido educados y constituyen un freno para el desarrollo espiritual y personal del ser humano, para su convivencia desde el respeto a las otredades.
Este mensaje, junto a una imagen icónica de la mítica gladiadora por los derechos de todas las personas Angela Davis, está en la foto de perfil en WhatsApp de Yadira Pérez Serrano, joven socióloga en el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS).
Ella, al igual que la Davis, se concibe como feminista porque «las demandas de este movimiento también son demandas sociales justas, no únicamente entendidas desde la igualdad de género, sino también desde la interseccionalidad» para enfrentarse al racismo, el patriarcado, la homofobia, la transfobia, la opresión de clase y otros sistemas de discriminación que generan desigualdades.
Yadira, muy vinculada a los debates sobre el proyecto de Código de las Familias, por su civismo, empatía y campo profesional, respondió algunas interrogantes de nuestro diario sobre la trascendencia de una norma que, lejos de imponer, pretende consensuar un nuevo pacto social por el bienestar.
—¿Cómo entender y explicar qué implica desde el punto de vista sociológico el establecimiento de un nuevo concepto de familias?
—La familia como grupo social, como institución, es un agente de socialización, educación y desarrollo muy importante en la vida de las personas. Tomando como referencias las definiciones de familia trabajadas por el Grupo de Estudios de Familia del Cips, estas son concebidas de maneras diversas.
«Las dinámicas familiares no están ajenas al contexto, sino que son una estructura transversalizada por los procesos sociales en los que se desenvuelven. Es por ello que, desde una mirada sociológica, la propuesta de Código de las Familias representa un paso muy importante, además de constituir una
necesidad para alcanzar felicidad y armonía en la sociedad.
«No solo reconoce y promueve derechos, sino que contempla la realidad social de las familias cubanas en su pluralidad y diversidad. Es un avance en la lucha por lograr la equidad. Significa dar luz a problemáticas sociales y superar lógicas tradicionales familiares».
—También ponderar otras lógicas importantes como la afectividad…
—Exacto. Hasta ahora la visión de las familias estaba concebida únicamente desde lo sanguíneo, pero la realidad ha demostrado que es necesario pensarlas desde el afecto y los lazos de amor. No necesariamente una familia, para identificarse o sentirse como tal, debe tener un parentesco o convivir en el mismo espacio físico.
«Se ha demostrado que el afecto por las mascotas hace que los animales sean concebidos también como parte de una familia. Del mismo modo, las personas sienten como su familiar a personas con las que comparten vivencias y tienen vínculos emocionales y afectivos».
—¿Cuba merece un Código como el que se está proponiendo a debate?
—Creo que sí, aunque nos queda mucho por hacer, sobre todo desde la educación social para ganar en respeto. El Grupo de Estudios sobre Familias del CIPS desde 1985 ha identificado demandas que indicaban la necesidad de un nuevo Código que se ajustara a la verdad de las familias cubanas y que amparase las nuevas configuraciones familiares.
«Del mismo modo, muchas otras investigaciones desde las ciencias sociales han reconocido los diferentes cambios que se han producido en la estructura, la organización y las dinámicas familiares. O sea que ya existía, se apreciaba un sentir, una necesidad en determinados grupos de la población de ser reconocidos y amparados por la ley.
«El Código no hace más que reconocer derechos que les son inherentes a todas, sin destacar un patrón o modelo ideal. No hacerlo significaría una privación de derechos humanos fundamentales como son formar una familia, no ser discriminados, garantizar el desarrollo y la realización personal.
«Los principios básicos constitucionales, y que han servido de guía al proyecto revolucionario cubano son la igualdad y la justicia social. Es por ello que en cada legislación se deben atender estas pautas que nos marcan como nación.
«Por otro lado, los medios de comunicación nacionales y las campañas comunicativas han desempeñado un importante rol en los últimos años en mostrar problemáticas sociales que se producen al interior de las familias —y que trascienden este ámbito— como la violencia por razones de género, la identidad de género, la preferencia sexual, la violencia al adulto mayor, las situaciones de vulnerabilidad, la
discriminación racial, las situaciones de pobreza, entre otras.
«Ello ha propiciado ciertos cambios en los imaginarios sociales de las personas. Nos encontramos ante un escenario en el que se hace necesario dar
respuestas y reconocimiento a todas las realidades que se presentan en el entramado familiar».
—Y hablando de los medios, ¿considera vital la conformación de una estrategia multidisciplinaria para desterrar estereotipos, educar sin complejos y engrosar el tejido social con historias de familias diversas y felices?
—En los últimos tiempos se percibe una intencionalidad de los medios públicos de contribuir a los debates sobre varios temas como las violencias por razones de género, las preferencias sexuales y el racismo. Pero no basta con tener una intencionalidad.
«Para lograr una mayor efectividad sí se requiere una estrategia integral e integradora para nuestros medios de comunicación, con un marcado enfoque de género y vista desde la interseccionalidad.
«Lamentablemente, los medios a la vez que han introducido estos temas y han desarrollado productos audiovisuales para lograr una sensibilización de la población, también han sido partícipes en reforzar la cultura machista y legitimar violencias de género.
«Recordar que la comunicación es un proceso de interacción, de intercambio social, por lo que no debe ser lineal. Debe aspirarse a construir un diálogo con las y los emisores, tener en cuenta sus demandas, y evitar las comunicaciones fuera de contexto.
«A los medios corresponde también reforzar la formación de valores justos, que sustentan la dignidad humana; educar en el respeto y la legitimidad de los derechos para todas las personas».
—¿Cómo lograr que sea un éxito la consulta popular?
—Deben tenerse en cuenta los criterios de todas las personas, propiciar la diversidad de opiniones, cuidando no violentar o mitigar los derechos de las otras u otros. Para ello se debe realizar de manera organizada, asumiendo como principios el respeto, la armonía y la disciplina social.