Autor: Yohanka Valdés Jiménez.
Artículo publicado en CD Caudales 2006, Editorial de Ciencias Sociales – CIPS, ISBN 959-06-0893-0, La Habana.
Los inicios del siglo XXI muestran un escenario mundial caracterizado por el impacto de los procesos de globalización en diferentes espacios y niveles de la vida social, así como por la hegemonía de un modelo de crecimiento económico que se ofrece e impone como posibilidad única de acceso al bienestar humano. Son evidentes los síntomas de deterioro que acompañan a las nuevas políticas neoliberales, sin embargo el incremento de la pobreza y de las brechas sociales, el desempleo, la exclusión y las múltiples expresiones de desintegración, parecen hoy problemas indetenibles en diversas sociedades.
Cuba no escapa a la influencia de los nexos globales, ni a los procesos de selectividad estructural que se están consolidando a escala internacional. A partir de la “década de los noventa” el país ha sufrido la peor crisis económica de su historia –también conocida como Período Especial-. Para atenuar los efectos de la crisis en los últimos años se implementado un conjunto de reformas y políticas públicas, que intentan garantizar la integración de la población cubana en general y especialmente de sus generaciones más jóvenes, que arriban a la vida social en circunstancias difíciles.
A pesar de los esfuerzos por redistribuir equitativamente sus impactos y reafirmar los rasgos de justicia y equidad del proyecto social cubano, la fuerza de la crisis ha sido tal, que muchos de sus efectos perduran hasta nuestros días. Es en este escenario social que se forman y evolucionan las familias en la Cuba contemporánea.