Autor: Ana Celia Perera Pintado.
Artículo publicado en CD Caudales 2006, Editorial de Ciencias Sociales – CIPS, ISBN 959-06-0893-0, La Habana.
Procesos globalizadores y actores transnacionales
A partir de la década del noventa la palabra «globalización» se convirtió en una especie de fantasma o fenómeno recurrente para políticos y científicos sociales, quienes en no pocos casos terminaban presos de distintos tipos de reduccionismos. El debate sobre su conceptualización y significación situó entre las principales problemáticas la novedad y autenticidad o no de lo entendido como «globalización», su relación con las estrategias neoliberales, con el mercado o el poder de las tecnologías o por el contrario, más recientemente, con las resistencia culturales y movimientos sociales a nivel mundial a partir de la identificación de distintos tipos de globalización (Appadurai, 2001; Houtart y Polet, 2002; Levit, 1998; Mato, 2003; Segato, 1997)1 así como el modo de interactuar lo local y lo global, interpretados en ocasiones erróneamente como polos en tensión o contrariamente partes articuladas de un mismo sistema.
A pesar de las críticas y avances en la conceptualización y explicación de la denominada globalización, al paso de aproximadamente quince años la teoría de Giddens (1990) sobre el acortamiento de las distancias entre lo local y lo global dada la intensificación de las relaciones a escala mundial sigue encontrando seguidores. En su definición como en las de otros «teóricos de la globalización» se reduce el término a la relación entre dos polos: global y local, concebidos como espacios geográficos. Estos y otros argumentos incorporados han conducido a argumentar la idea de la localidad o lo local en oposición a lo global, sin considerar que tanto lo local como lo global son construcciones sociales, simbólicas o por el contrario encontrar argumentos sobre una posible tendencia hacia la homogenización y armonía olvidando que todos no participan por igual en las dinámicas globales ni reciben sus beneficios.