Religiosidad popular y ética: caminos contra el racismo

El panel abogó por la importancia de salvar los valores de una cultura que es parte de nuestra nacionalidad.

Tomado de: www.redsemlac-cuba.net
Foto: SEMlac Cuba

La ética y la religiosidad son parte importante de la vida cotidiana y la cultura popular de la sociedad cubana, y un debate sobre este tema necesita tener en cuenta el papel que ejercen en ese ámbito las discriminaciones raciales, de género, por identidad sexual, edad, territorio, entre otras.

En ello coincidieron especialistas, practicantes de religiones afrocubanas, activistas, personas de fe y de la sociedad civil, en un encuentro organizado por la Red de Mujeres Afrodescendientes el pasado 8 de febrero, en la Fundación Ludwig de Cuba.

La activista y periodista Gisela Arandia señaló que el racismo tiene causas históricas y legados. “Pero tiene también causas contemporáneas de producción y reproducción de las discriminaciones; lógicas que impactan en la religiosidad, porque identidad racial y religión van de la mano”, dijo.

De acuerdo con la investigadora, variantes del racismo, susceptibles pero fuertes, empiezan a buscar legitimidad en el espacio de la religión yoruba. “Algunas personas dicen: ‘esta no es una religión de negros, porque es una religión de conocimientos’”, señaló y dijo que, en contraste, otras posturas igual de estigmatizantes reducen la religión afrocubana a “cosa de negros”.

“La colonización terminó, los colonizadores se fueron físicamente, pero quedó lo que se ha dado en llamar la colonialidad o pos colonialismo, es decir, que muchas mentes se mantienen atadas a esos principios”, señaló.

Arandia recordó al luchador antirracista Serafín Tato Quiñones —al que la Red dedicó este encuentro—, cuya labor pedagógica y obra intelectual reivindicaron a los más disímiles personajes de la cultura popular, “esa gente que está abajo, en lo que él llamó el fondo del caldero”.

“Cuando nos trajeron desde África con cadenas en los pies y las manos, nos obligaron a cambiar de pensamiento y nos impusieron una imagen religiosa diferente a la que traíamos. Los que lograron completar la travesía, tuvieron que incorporar herramientas ajenas para sobrevivir”, subrayó el maestro Lázaro Cuestas, miembro de la Academia de Altos Estudios Masónicos y babalawo hace más de 40 años, al referirse a los orígenes del sincretismo religioso cubano.

Recordó que se ha visto a los practicantes de la religión yoruba como lo peor, lo vulgar y de menos conocimiento, y recordó el gran número de profesionales y pensadores que fueron perseguidos y marginados por el poder y la iglesia, por tener creencias afrocubanas.

Igualmente, Cuestas señaló que en los medios, “con responsabilidad de llevar un mensaje de equilibrio”, no se toman esas personas como ejemplo, mientras sí es usual que delincuentes o individuos de mala conducta sean representados por personas negras y religiosas.

Para Arandia, el Programa nacional contra el racismo y la discriminación racial, aprobado en 2019 por el Gobierno cubano tiene aún muchas deudas, pero es una oportunidad para articular esfuerzos en la lucha contra el racismo. Se necesita respetar el conocimiento profundo de la africanidad, que hoy día se banaliza y se reduce en ocasiones a mercancía, dijo.

La activista sostuvo que la africanidad está en la base de la independencia del país y señaló la necesidad de reescribir muchos aspectos de la historia de Cuba que reivindiquen el rol de las y los afrodescendientes en su proceso de formación e independencia.

“La cultura occidental no reconocerá a África, tenemos que reconocernos nosotros y estar conscientes del poder que tenemos, de nuestra capacidad para crear”, refirió Arandia.

A juicio de Lázaro Cuestas, el reconocimiento que se hace del “negro” como algo extraordinario cuando ocupa algún espacio, como si no tuviera el derecho u oportunidad de demostrar su capacidad e inteligencia, es una actitud prejuiciosa.

Salvar una cultura desde la ética

Deyni Terry, abogada y antropóloga de la religión, llamó a defender la religiosidad desde la ética, ante un escenario de pérdida de valores.

Asimismo, consideró medular para la preservación del patrimonio y conocimiento de las religiones afrocubanas, rescatar los aportes de las investigaciones. “No hay solo una experiencia empírica, sino resultados científicos”, dijo y llamó a incentivar estudios que vayan, por ejemplo, a los orígenes de las diferentes familias religiosas que hoy se están perdiendo.

Para el escritor Víctor Betancourt, tiene que haber una articulación entre las ciencias sociales y la cultura popular. “Una sociedad también se construye desde la ética y la religiosidad. Hablamos de un grupo social históricamente marginado y excluido de los beneficios sociales, cuya forma de subsistencia, legada por sus antepasados, está justamente en su religión”, dijo.

La pastora Izett Samá, coordinadora ejecutiva del Centro Memorial Martin Luther King Jr., señaló que la disputa de sentidos y de propuestas éticas está en la comunidad y en el barrio. “Debemos entender que unir fuerzas para ello incluye dejar fuera algunos juicios que tenemos los unos con los otros, lo cual pasa por tener conocimiento de la diversidad que somos”.

En su opinión, es esencial educar a practicantes y creyentes en esa relación común de respeto y colaboración. “Hay muchas cosas que podemos hacer las personas con diferentes expresiones de fe en la sociedad cubana actual. Ninguna religión es un fin en sí misma, sino el sendero para caminar; porque la lucha no es entre nosotros, es contra la discriminación”.

Maydi Estrada Bayona, filósofa y profesora de la Universidad de La Habana, habló de la pertinencia de investigar las lógicas que transversalizan las visiones de poder y de defender nuestra condición de caribeños y afrodescendientes.

“Vivimos en la lógica de lo uno sobre lo múltiple, cuando se trata de complementarnos en la diversidad, en esa diferencia que para el mundo colonial era de carácter jerárquico: tú negro, tú mujer, tú clase inferior, para marcar la jerarquía del uno. Nos centramos mucho en la lógica del color, sin un posicionamiento político, y esta lógica es la reproducción ampliada de las propias lógicas de la discriminación. Se trata de salvar los valores de una cultura que es parte de nuestra nacionalidad”, concluyó.