Transidentidades sordas: una voz para la prevención de las violencias

Las personas transexuales sordas son omitidas del escenario de visibilización y constituyen personas “sin voz”.

Tomado de: www.redsemlac-cuba.net
Por: Lucía C. García Ajete
Foto: Freepik

Las personas transexuales de la comunidad sorda enfrentan desafíos particulares en la asunción de su identidad de género no heteronormativa.

En la actualidad, un obstáculo para la garantía de sus derechos sexuales es la “no visibilidad” de esta comunidad. Debido a su interseccionalidad, la comprensión de su transidentidad se ve agravada por el rechazo y la discriminación basados en su discapacidad, color de piel, estatus económico, entre otros factores. Estas problemáticas, al permanecer invisibilizadas, generan opresiones, una recursividad en las exclusiones y una mayor vulneración de sus derechos. La sociedad patriarcal y heteronormativa construye estereotipos que prescriben comportamientos y asignan roles con base en una concepción binaria de lo «masculino» y lo «femenino».

En este constructo, el ideal normativo es aquello que se percibe como «blanco, bonito, normal y funcional». Estos estereotipos trascienden e impactan también a las comunidades con discapacidad, lo que agrava la perspectiva política de la inclusión social. Dicha perspectiva requiere una «doble mirada»: desde «ellos» (las comunidades marginadas) hacia «nosotros» (la sociedad en general), y viceversa. Este enfoque plantea que la sociedad debe asumir el reto de mirar y aceptar las diferencias como una norma y no como motivo de exclusión.

En el entramado de las interacciones sociales, cuando aparecen grupos que se apartan de estos mandatos de comportamiento o no reflejan las tendencias heteropatriarcales y colonizadoras, son excluidos. Esto inicia un proceso de recursividad donde se acumulan exclusiones, opresiones y vulneraciones de derechos. Son precisamente estos aspectos los que colocan a las transidentidades sordas en una posición de particular vulnerabilidad social.

Las personas transexuales sordas son omitidas del escenario de visibilización y constituyen personas “sin voz”, ninguneadas en el escenario de reconocimiento de derechos, razón que las coloca en situación de vulnerabilidades económicas, sociales y psicológicas. Suelen ser apartadas del escenario escolar y tienden a tener menos nivel educativo que otras, ya que abandonan la escuela tempranamente.

Al escuchar sus voces, surgen interrogantes que requieren un análisis integral para ofrecer respuestas dirigidas a la prevención de las violencias. Preguntas como: «¿quién clama por mí?», «¿quién habla por mí?» o «¿cómo me tienen en cuenta, si siempre hablan de nosotros, pero no con nosotros?» son expresiones constantes de estas personas en los diferentes escenarios a los que son convocadas.

Otra cuestión que limita estos espacios de intercambio es la barrera de comunicación por parte de quienes hacemos activismo, trabajo social o académico. Esta limitación nace del desconocimiento de la lengua natural de las personas sordas: la lengua de señas, que es su medio primordial de comunicación e interacción social.

Esta comunidad, para la cual las alertas visuales (imágenes, dibujos, entre otras) constituyen formas esenciales de comunicación, expresión de necesidades y recepción de información, queda relegada en los escenarios de promoción de mensajes asociados a temas que favorecen el ejercicio de sus derechos.

Estas problemáticas, asociadas a la falta de información en educación integral en sexualidad, orientación jurídica y acceso a instituciones escolares, deportivas y culturales para las personas trans sordas, generan barreras de comunicación, participación y limitación de actividades que obstaculizan la plena garantía de sus derechos. Tal situación constituye una violencia lingüística, ya que impide el acceso a conocimiento científico, veraz y oportuno en materia de salud sexual y reproductiva.

En talleres de sensibilización con personas transexuales sordas (femeninas y masculinas), realizados con metodología participativa y los procesos correctores comunitarios (PROcc), se buscó identificar necesidades, dificultades y potencialidades relacionadas con el ejercicio y cumplimiento de sus derechos sexuales. Al centrar estas actividades en «las voces» de quienes participaron, utilizando lengua de señas y pictogramas visuales con contenidos sobre sexualidad, vivencias afectivas, diversidad sexual, planificación familiar, maternidad, paternidad y crianza respetuosa, emergieron discusiones donde estas personas expresaron las múltiples formas de violencia que perciben.

A partir de las voces que expusieron las violencias vividas, presentamos testimonios de las participantes, quienes explicitan sus vivencias y reclamos en relación con esta problemática:

Ya se ha reasignado su sexo, (se refiere a que asumió su identidad trans); sin embargo, la policía no le autoriza (reconoce) el cambio de su identidad y la juzga o detiene por la incongruencia entre su físico actual, como muchacha trans, y el que presenta con su identificación. Tiene problemas por esto. Refiere que cuando va a la policía, al asistir sin intérprete de lengua de señas, sufre de maltrato, obvian sus derechos y explicaciones. “Abandoné la escuela, porque quería ir vestida de niña, pero no me lo permitieron”. (Mujer sorda, 25 años, se identifica a sí misma como transexual).

“Mis padres me aceptan, desde temprano me siento mujer”. Sin embargo, no sabe “por qué mi primo me toca todo el tiempo”. Refiere que no se ha adherido a tratamiento porque todo está muy caro. Se observa que sufre de acoso sexual por parte de familiares y, debido a la falta de una orientación relacionada con su transición hormonal y consultas especializadas, recurre a amigos o a espacios de “mercado informal”, con riesgos para su salud, para obtener hormonas. (Transexual femenina, 30 años, nacida en Santiago de Cuba).

“A veces a las personas les cuesta trabajo llevar la bisexualidad. Los hombres lo tapan más, las mujeres son más claras en eso. Las personas sordas sufren más violencia que las personas oyentes. Y cuando eres trans y bisexual, más”. (Transexual femenina, 30 años).

“Yo soy trasvesti (para referirse a ser trans) y no me aceptan que bese a amigos e hijos. Creo que es parte de la violencia también. Sufrimos porque no nos tratan en igualdad”. Tiene hijos y fue separado de los mismos, por ser trans. (Transexual masculino, 40 años).

Las experiencias que manifiestan reflejan casos de violencia institucional, acoso sexual, psicológico y otras manifestaciones similares. En sus relatos, las personas testimoniantes se refieren al impacto emocional que estas expresiones tienen en su desarrollo personal y social.

Sus propias opiniones indican la importancia de recibir preparación en temas asociados, como educación integral de la sexualidad, leyes, transidentidades y otros conocimientos que puedan brindarles mayor acceso a la información. Esto les permitiría sustentar sus derechos desde bases más sólidas. También se destacan los micromachismos, que reproducen elementos heteronormativos en estos grupos, donde el hecho de ser hombre sordo no necesariamente permite ser reconocido como «transmasculino».

La reflexión conclusiva, desde una valoración interseccional como categoría y proceso de análisis, indica que convergen diversas exclusiones y opresiones que limitan el ejercicio de los derechos de las personas trans sordas. Entre ellas se distinguen:

  1. Limitaciones recurrentes en el uso de su lengua natural (lengua de señas) para acceder a información y comprender sus derechos, por parte de autoridades e instituciones.
  2. Violencias entrecruzadas (interseccionales) basadas en el color de piel, la discapacidad, la identidad de género, la orientación sexual y otras expresiones identitarias.
  3. La falta de preparación de la sociedad para aceptar a las personas trans sordas, debido a prejuicios y al mito de la «negación de la sexualidad» en las personas con discapacidad.
  4. Capacitismo en el abordaje de la violencia de género, que se manifiesta en la falta de accesibilidad real, participación significativa y oportunidades para que sus problemáticas sean escuchadas.
  5. La necesidad de deconstruir los micromachismos al interior de la comunidad sorda, los cuales reproducen estereotipos sociales binarios de masculinidad y feminidad.