
Tomado de: www.redsemlac-cuba.net
Por: Dixie Edith
Foto: Tomada de Diario La Razón
Los medios de comunicación no determinan por sí solos la violencia de género, pero funcionan como espejos y amplificadores de los estereotipos profundamente arraigados en la sociedad cubana que sostienen y reproducen las violencias machistas.
Esas concepciones sobre lo femenino y lo masculino, construidas culturalmente, se instalan en el imaginario colectivo y los medios las reproducen, a menudo de manera inconsciente, al naturalizar patrones que deberían cuestionarse. Así, la comunicación se convierte en un escenario fundamental para desmontar las bases simbólicas que sostienen la violencia machista.
La visibilidad de la violencia de género ha evolucionado en Cuba desde los márgenes de la academia, hasta ocupar un espacio en el debate mediático, público y jurídico.
Los resultados de esta investigación, realizada por SEMlac Cuba en alianza con World Association for Christian Communication (WACC) y con fondos de Brot für die Welt, ayudan a configurar un diagnóstico actualizado del tratamiento de las violencias machistas en medios de prensa cubanos con versión digital.
Su objetivo fundamental apuntó a dotar a periodistas y profesionales de la comunicación de herramientas que contribuyan a su preparación para el abordaje de la problemática de la violencia de género y su prevención.
Para el desarrollo del estudio, se monitorearon cuatro medios en busca de información precisa y representativa en el contexto específico cubano, a partir de una adaptación colaborativa de la metodología y herramientas del Proyecto Global de Monitoreo de Medios (GMMP) coordinado por la WACC:
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- Cubadebate, un medio nacional nativo digital de gran visibilidad.
- Juventud Rebelde, segundo diario oficial en cuanto a su importancia en el país, dirigido fundamentalmente a un público joven.
- Girón, periódico local de la provincia de Matanzas.
- 26, de la oriental provincia de Las Tunas.
El seguimiento se desarrolló durante cinco meses, desde noviembre de 2024 hasta marzo de 2025, coincidiendo con fechas clave en la agenda de los derechos de las mujeres y la lucha contra la violencia de género, como los «16 días de activismo» y el Día Internacional de la Mujer.
En total, se recuperaron 1979 trabajos: 636 de Cubadebate, 566 de Juventud Rebelde, 337 de Girón y 440 de 26, que fueron analizados en torno a seis dimensiones claves: volumen de producción, periodicidad, distribución temática, géneros periodísticos, autoría y la relación entre la autoría según sexo/género y las temáticas abordadas.
Un primer hallazgo muy llamativo es la bajísima cobertura de la violencia de género en los medios analizados. Del total de trabajos recuperados, solo 17 abordan este grave problema, lo que representa apenas 0,86 por ciento de la muestra recopilada.
La distribución cuantitativa de los trabajos en general revela una marcada asimetría entre los medios analizados. Los periódicos provinciales (Girón y 26) publican menos y prácticamente ningún día superaron las 10 entradas. En tanto, Cubadebate emerge como el medio más prolífico, con un flujo informativo constante y algo más diversificado, seguido de Juventud Rebelde.
Esta disparidad sugiere no solo diferencias en recursos y capacidades operativas, sino también en los alcances geográficos y políticos de cada medio.
El análisis temático de la muestra revela perfiles editoriales también diferenciados. Contrario a lo que podría esperarse de un medio de prensa dirigido al público juvenil como Juventud Rebelde y de un medio local como 26, ambos concentran la mayor cantidad de publicaciones sobre temas políticos y de gobierno (más del 31% en ambos casos), por encima de Cubadebate (26,42%).
Girón es el medio que más trabajos sobre economía publica (32,34%), pero una parte mayoritaria de ellos se refiere a la información diaria sobre el estado del sistema energético y algunos acercamientos específicos a la recuperación económica productiva tras el paso del huracán Rafael.
En tanto, hay bastante equilibrio en la cobertura de asuntos sociales y legales -entre 16 y 20 por ciento aproximadamente-, excepto en Cubadebate, que muestra una ligeramente mayor incidencia (21,38%).
La preferencia por determinados géneros periodísticos varía entre los medios, aunque en todos predomina la información por encima del resto -supera el 70 por ciento excepto en Girón, donde representa 64,39 por ciento. En el periódico 26, incluso, más del 80 por ciento de los trabajos analizados son notas informativas.
El análisis de la autoría revela un predominio notable de trabajos reproducidos de otros medios o firmados como «de la redacción», contabilizados bajo la categoría 4 (no se sabe). Esta clasificación autoral supera el 50 por ciento en todos los medios, excepto en Girón (32,05%), mientras en Cubadebate se eleva hasta 63,68 por ciento.
Excepto en 26, donde escriben más mujeres (32,05%) que hombres (16,59%), en el resto de los medios incluidos en el estudio hay más hombres que mujeres firmando trabajos.
En general, puede resumirse que existe una cobertura sumamente baja sobre violencia de género en los medios analizados, con solo 0,86 por ciento de los trabajos dedicados a este tema, pese a su gran relevancia social.
Violencias machistas bajo la lupa
La representación mediática de la violencia de género constituye un campo de análisis fundamental para comprender cómo las sociedades conceptualizan, problematizan y enfrentan este fenómeno estructural.
Este estudio examinó comparativamente el tratamiento periodístico de los cuatro medios seleccionados, mediante un marco analítico que evalúa siete dimensiones clave: (1) análisis de causas y relaciones de poder, (2) rigor en el uso de fuentes y contextualización, (3) protección ética de las víctimas, (4) deconstrucción de estereotipos de género, (5) tratamiento visual, (6) utilidad social mediante herramientas de ayuda y (7) enfoque interseccional.
El análisis se complementó con las opiniones de 41 profesionales del periodismo (periodistas, editores, colaboradores y directivos, la mayoría mujeres -34), quienes respondieron una encuesta virtual realizada mediante la plataforma Google Forms, con representación de todas las regiones del país y formatos de noticias.
Solamente 17 trabajos de los 1.979 recuperados de los cuatro medios de prensa seleccionados abordaron las violencias machistas, con apenas 0,86 por ciento de representación en la muestra, como ya se ha reiterado. Juventud Rebelde fue el medio que más textos publicó (7), mientras Cubadebate quedó en el extremo de menos productividad sobre el tema, con solo dos trabajos en el período. Tanto Girón como 26 publicaron cuatro textos en el período analizado.
Ninguno de los medios abordó la problemática durante el mes de enero. Como cabía esperarse, la mayor concentración de trabajos fue durante los meses de noviembre y diciembre de 2024, coincidente con la Jornada de activismo por la NO violencia, y noviembre, en particular, fue el único mes en que se publicaron textos sobre violencia de género en los cuatro medios estudiados.
Otro hallazgo interesante es que Cubadebate, pese a ser el medio de mayor productividad en general, es el de menos publicaciones sobre violencia y, además, ninguno de los dos textos que publicó está referido al contexto cubano.
De las 41 personas encuestadas, 25 (61%) consideraron que los contenidos sobre violencia en sus medios se generan «ocasionalmente» y siete (17,1%) que «rara vez»; en tanto, otros siete dijeron que «mensualmente» y apenas dos personas marcaron la opción de «semanalmente». De acuerdo con sus respuestas, se trata de una problemática con baja presencia en los medios de comunicación cubanos. En la consulta a profesionales de la prensa, fueron justamente los «eventos, jornadas o fechas destacadas» (82,9%) la respuesta más marcada al preguntarles sobre los criterios utilizados en sus medios de prensa para seleccionar y abordar temas relacionados con la violencia de género.
Le siguieron la «relevancia social» (56,1%), las «directrices institucionales» (43,9%) y el «interés personal» del periodista (41,5%).
En cuanto a los géneros periodísticos, fueron informaciones más de la mitad de los textos publicados, con lo cual se reitera el patrón del abordaje superficial y poco profundo. El único reportaje corresponde al periódico 26, los dos artículos fueron publicados por Juventud Rebelde, los tres comentarios estuvieron distribuidos en los medios estudiados con excepción de Cubadebate y la única crónica fue publicada también por Juventud Rebelde.
Más del 70 por ciento (12) de los materiales fueron escritos por mujeres, mientras que el resto fueron reproducidos de otros medios o publicados sin firma.
La falta de especialización periodística fue reconocida por quienes respondieron a la encuesta, precisamente, como un elemento definitorio en la calidad de los trabajos sobre las violencias machistas. El 46, 3 por ciento de quienes respondieron la identificaron como la segunda mayor dificultad para producir contenidos relacionados con esta problemática.
La primera fueron las limitaciones «de movilidad o tiempo» (53,7%), algo muy relacionado con las dificultades materiales por las que atraviesa el país y que impactan de forma determinante en las rutinas productivas de los medios. También acumularon porcentajes por encima de 30 el acceso a estadísticas actualizadas (51,2%), a fuentes especializadas (36,6%) y el poco interés editorial por estos asuntos (36,6%).
Son las decisiones editoriales y los directivos quienes más determinan, según la opinión de las personas encuestadas. Si cruzamos esa respuesta con el «poco interés editorial» ya antes mencionado, no es difícil comprender por qué se escribe tan poco y tan superficialmente acerca de este grave problema social.
En general, el abordaje mediático de las violencias machistas en los medios estudiados padece de una subrepresentación significativa y de una tendencia a la descripción más que al análisis crítico, con insuficiente aplicación de marcos teóricos que expliquen sus raíces patriarcales y sociales.
Conclusiones para seguir trabajando
Una primera muy general, vinculada a los resultados de la investigación, apunta a que, si bien se ha ganado en la visibilidad mediática en torno a las violencias machistas, eso no ha implicado un abordaje periodístico sistemático, integral y profundo del problema. De este modo, el estudio permitió llegar a las siguientes generalizaciones:
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- Aunque hay un crecimiento en la cantidad de noticias y materiales dedicados al tema, la cobertura sigue siendo fragmentada, limitada a campañas, reuniones o fechas específicas y no siempre se articula como parte de una agenda sostenida y coherente sobre la problemática.
- El tratamiento mayormente informativo, disperso y poco profundo conspira contra la necesidad de un periodismo preventivo, que promueva la educación, la reflexión y el cuestionamiento de los patrones de género que originan la violencia.
- Se aprecia una ausencia de análisis que expliquen las dinámicas de poder y desigualdad que sustentan la violencia de género. Esto implica actualizar los marcos teóricos y recurrir a recursos académicos especializados para enriquecer el discurso mediático y evitar enfoques superficiales o fragmentados.
- La mayoría de los relatos y coberturas se centran en mujeres cisgénero, dejando en segundo plano otras expresiones de género y diversidad sexual, así como diferentes contextos (ruralidad, edad avanzada, discapacidad).
- Resulta frecuente que las fuentes principales sean actores institucionales, autoridades, fuerzas del orden, fuentes judiciales o, en menor media, especialistas. Esto restringe la pluralidad de voces y suele dejar fuera el testimonio directo de víctimas.
- En los pocos casos en que se hace referencia al marco legal vigente, esto ocurre sin profundizar suficientemente en la necesidad de políticas públicas integrales que prevengan y acompañen, ni en el impacto humano a largo plazo sobre las víctimas y comunidades afectadas.
- Destaca la necesidad de adoptar una perspectiva interseccional en la cobertura mediática, lo que implica visibilizar que factores como la raza, edad y clase social impactan en las experiencias de violencia y las respuestas institucionales.
- Es vital promover imágenes y relatos que reconozcan su sufrimiento y fortalezcan su empoderamiento, con ética y sensibilidad en el mensaje mediático.
- Se deben priorizar voces expertas y defensoras de derechos humanos. Además, brindar información práctica sobre servicios de ayuda es crucial para ofrecer un enfoque no solo informativo, sino también útil y orientador para las víctimas.
- La formación especializada y continua en temas de género para periodistas es una conclusión clave para transformar la cobertura, desde el conocimiento y la puesta en valor de buenas prácticas. Solo con profesionales capacitados se garantiza un tratamiento sensible, responsable y crítico que contribuya a cambiar positivamente la narrativa mediática sobre la violencia de género.
Estas conclusiones refuerzan la necesidad de que los medios conviertan la cobertura de las violencias machistas en un ejercicio continuo, responsable y transformador, que integre las voces y experiencias diversas de la sociedad y apueste por enfoques preventivos y educativos que contribuyan a la erradicación de este fenómeno.